Nueva portada

El dibujo de la portada del blog fue realizado con el mayor de los cariños por FerchuM, quien se hace responsable de las críticas que puedan existir contra los garabatos antes mencionados.
La obra es en papel A4 borrador del laburo (detrás hay un proveído que el juez nunca firmó), y la pintura es a base de lapicera negra parker, birome bic negra y liquid paper gastado.
Téngase en cuenta al momento de la crítica que este miembro del grupo carece de conocimientos de dibujo, de caricatura, de perspectiva, de arquitectura, de filosofía, de política, de negocios... resumamos en la idea de que carece de conocimientos en general.
Por otra parte, si ud. es miembro del grupo y no se encuentra en el dibujo no implica que haya sido olvidado, sino que es cuestión tal vez de abrir un poco la imaginación y pensar: "mmm... ¿ese seré yo?"

martes, 2 de septiembre de 2008

Los juguetes de papá y mamá

Siempre lo dije: el arte aflora por doquier. Está en todas partes. El asunto que a muchos les cuesta entender es que nosotros somos arte. Es decir, ya no solo estamos imbuidos en él, sino que nos movemos, nos vestimos, nos pensamos, siempre dentro de una corriente artística.

Y como es de esperarse, dado que estamos siempre en constante contacto con el dibujo, la pintura, la música, las palabras, el movimiento, la escultura, la actuación, nos convertimos irremediablemente en creadores, soñadores, mentirosos con estilo o sin estilo, en artistas por naturaleza.

Algo de todo esto debió ocurrirle a la nona de renombre, Vanina, quien en un arrebato de inspiración, que algunos siniestros acusan que se debió a un trabajo práctico que debía presentar para una materia de la facultad, sacó a relucir sus dotes literarios y dio a luz el relato que a continuación se transcribe.

Lo bueno de todo esto es que de a poco, casi pidiendo permiso, nos vamos mostrando en nuestra condición de artistas. En general no es sencillo. Ser artista implica compartir el alma, y no todos están dispuestos a afrontar ese reto. Un aplauso a Vani que se animó a brindar una parte de su faceta no tan conocida.



LOS JUGUETES DE PAPA Y MAMA

por Vanina


Martina vivía con sus padres en Barrio Norte. Era una niña muy hermosa con enormes ojos verdes y una cabellera rubia y lacia que se asemejaba a la de su muñeca barbie, con quien dormía todas las noches y a la que siempre llevaba a todas partes.

Martina estaba en cuarto grado del colegio “Saint George” al que sus padres la enviaron por el prestigio y la disciplina que representaba dicha institución. Martina era una chica muy estudiosa y un poco tímida, pero en ocasiones tenía algunos ataques de rebeldía que la llevaban a destruir todo aquello que encontraba en su camino. En la escuela ya había roto dos computadoras y una ventana. Eran ataques de furia y rencor que le carcomían la piel y la llevaban a actuar impulsivamente, deshaciéndose de todo lo que tuviera a su alcance. Y lo más extraño era que esos momentos de cólera nunca eran previsibles, puesto que la tranquilidad que gozaba la mayor parte del tiempo esta adorable niñita, no tenía ningún tipo de relación con esos arranques malvados y destructivos que en ocasiones se le adjudicaban. Lo que sucedía en esos irascibles enojos, que iban acompañados por gran cantidad de muecas que hacía con su cara, era algo similar a una transformación ya que parecía ponerse de repente en la piel de “Rambo” o “Terminator". Era cómo si en esos momentos recordaba algo que la había enfurecido y que la llevaban a actuar de esa manera.

Todavía hoy recuerdo ese episodio en el que Martina estaba sentada en la sala de computación con su mirada pérdida como si tratara de alcanzar con sus grandes ojos verdes un solitario y recóndito horizonte, cuando de pronto tomó el paraguas de la maestra René y rompió los monitores de dos computadoras. Con la ventana sucedió algo parecido. Martina estaba sentada en el aula callada y copiando las multiplicaciones que René estaba explicando, cuando de repente se levantó muy rápidamente, tomó el borrador que se encontraba junto al pizarrón y lo golpeó contra la ventana, rompiéndola en trece pedazos. En ambas ocasiones la directora había llamado a sus padres para comunicarles que Martina había sido castigada con dos días de suspensión por los disturbios y destrucciones que había realizado en la escuela. Además, la directora les aconsejó a los padres que conversaran con Martina porque si continuaba con dichas actitudes, iba a ser expulsada del establecimiento.

Sin embargo, los padres de la niña no entendían la forma de actuar de su hermosa, estudiosa y tranquila hija querida, como siempre la definían. Hablaron con ella y le explicaron que no tenía que romper más cosas porque costaban mucho dinero y además la directora se iba a volver a enojar y la expulsaría. Finalmente, Martina regresó a la escuela luego de sus dos días de suspensión. Ese era el último día de clases y Martina se comportó correctamente, tras la advertencia de sus padres.

Martina regresó a su casa dispuesta a disfrutar de unas magníficas vacaciones, pero sobre todo de una feliz y divertida Navidad, que no sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que ese año sería inolvidable.

Martina era una niña muy malcriada, tal vez por ser hija única. Siempre le daban todos los gustos. Pero en lo que más la complacían sus padres era en la enorme cantidad de juguetes que le regalaban. A tal punto que la niña tenía especialmente designado un cuarto donde sólo guardaba todo lo que sus generosos padres le obsequiaban, sobre todo en Navidad.

En esa lluviosa pero muy calurosa mañana de Navidad, el alto y decorado árbol estaba rodeado de regalos de diferentes tamaños envueltos en brillosos y coloridos papeles que llamaron la atención de Martina, quien sin ningún tipo de preámbulos comenzó a abrir desaforadamente cada uno de los obsequios. Al abrir el primero, se encontró con un juego que consistía en armar crucigramas en el menor tiempo posible. El segundo era una muñeca que caminaba sola, el tercero consistía en un tranvía que hacía el sonido “chucu chucu”. Y así sucesivamente continuó despellejando los regalos con todas sus fuerzas y hasta con una actitud semejante a la de sus ataques en la escuela, ya que lo hacía con gran furia, en forma desesperada, exasperada, como si nunca hubiera recibido un obsequio. Cuando llegó al quinto presente, Martina se sentía exhausta, sofocada, le faltaba el aire.

Ahora que me pongo a recordar esa mañana de Navidad, pienso en cómo nadie se dio cuenta de lo que estaba por acontecer, de la catástrofe venidera, que anunciaba su triste y determinante final. ¡Ah!, sí, ahora que lo pienso una de las feas y antipáticas tías de Martina que miraba anonadada la pasión con que la niña devoraba cada uno de esos envoltorios, le aconsejó a su madre que le trajera un vaso de agua porque la notaba sedienta y agotada. Pero la madre de Martina afirmó que se debía a la infinita sorpresa y alegría que corría por la venas de su niña debido a todos los regalos que tenía frente a ella y con los que pronto se pondría a jugar.

Martina siguió y siguió maravillándose con todo lo que descubría dentro de los paquetes, hasta que llegó al último. Era el número trece. Martina comenzó a sentir un intenso ardor en su cara, la cual experimentó todos lo colores del arco iris. Su cuerpo nadaba en sudor, sus enormes ojos verdes se achicaban cada vez más, su pelo rubio se oscurecía lentamente.

Martina se acostó debajo del árbol rodeada de todos sus juguetes y cerró los ojos. La madre dijo con una voz dulce y feliz por la alegría de su hija: ¡Pobrecita!… ¡Parece que la emoción la dejó de cama!

Me acerqué lentamente a Martina, temiendo lo peor, rezando en mi interior para que lo que estaba a punto de descubrir no sucediera. Pero ya nada se podía hacer.

Martina se hallaba acostada con sus manos cruzadas a la altura de su cintura, rodeada de flores y acompañada por sus trece familiares, que ni en el día de su entierro dejaron de obsequiarle unos hermosos y divertidos juguetes.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Brillante, me impacto mucho el final. Me surgieron un par de dudas y reflexiones que en algun momento me gustaria discutir, pero no publicamente para no sesgar la libre interpretacion del relato.
Saludos a todos

Anónimo dijo...

Vani al psicólogo por ese final!! jaja

No, chiste, me alegro mucho que hayas mandado un cuento al blog.

El símbolo del número 13 se repite, pareciera querer decirnos algo, tal vez lo dice.

Brindo por el cuento y espero nuevas producciones suyas. Como dice Fer al comienzo, hay rastros del alma en aquello que uno escribe. Leer tus cuentos es conocerte mejor.

Anónimo dijo...

Chicos!! gracias por los comentarios y me alegro q les haya gustado el cuento!. Lo volví a leer después de mucho tiempo (lo escribí en el 1º año de la facu) y me soprendí de mí misma! jaja. Recuerdo haber leido un cuento de Silvina Ocampo que me inspiró en ese momento.
Discutamos lo q quieran!!
Y pronto seguramente van a haber más producciones!
Besos para todos!!!

Anónimo dijo...

Ah, perdon el msj anterior es mio, VANI, jaja, igual se habran dado cuenta
besos de nuevo

Avisen si hacemos algo mañana viernes, el sabado no puedo porq tengo un cumple!

FerchuM dijo...

Adhiero a lo de hacer algo mañana porque yo también no puedo hacer nada el sabado. Y si es tranquilo, mejor, porque ando enfermucho...

Anónimo dijo...

Hay una duda que tengo: ¿por qué está con letra más grande el cuento? No digo que no lo merezca, pero me surgió la pregunta y la comparto con ustedes.

Anónimo dijo...

La razón de la letra es díficil de entender, diría que su explicación parecería inclusive rebuscada. No obstante, debido a la duda generada y la validez del interrogante, procedo a explicarla.
En principio, es fundamental desarrollar las siguientes cuestiones. El cuento fue recibido por el Administrador del blog en ese tipo de letra, y considerando las tergiversaciones y manoseos a los que se acostumbran los bloggers, mantener su letra y tamaño implicó una suerte de certificado de garantía de inviolabilidad del texto transcripto.
En segundo lugar, y en un análisis pormenorizado de la situación que se describe (recordemos que es mantener el tamaño de letra original y no adecuarla a la estética de los demás textos del blog), se pretendió facilitar el hallazgo de un texto diverso a los que se venían publicando, sobre todo para los lectores perezosos que no leen sino un poco del comienzo de la nota y nada más.
El tercer argumento, por más que parezca que no se adecúa a los anteriores, no deja de convivir con las razones expuestas, y gira en torno a un descuido por parte de quien suscribe, quien con un atisbo de ineptitud y limitación absoluta olvidara modificar la letra, y después de publicarlo. Ahora, como se hizo mención de la cuestión en los comentarios, ya no existe vuelta atrás, puesto que modificarlo generaría un caos mental en el visitante que lee el blog con no tanta asiduidad.
En consecuencia, el relato, mal que les pese, permanecerá con esa letra gigante.

Anónimo dijo...

felicitaciones Vanus, me encanto!!!!!!!!en serio!!! quiero leer mas. el final...chan!

aca en el grupo pelle hay muchos escritores buenos que estan saliendo a la luz!!! me gustaaaaa

y con respecto a la letra, no importa si fue escrito asi o no, o si el administrador la dejo para mantener la autenticidad del texto, bla bla bla.......a mi me vino genial xq no veo un cuerno y con la letra mas grande no tuve que fruncir los ojos como una viejita que anda sin lentes de sol en pleno verano con el sol de frente jaja

ah, me olvide de contarles, el otro dia la vi a Conejero.

besos

Anónimo dijo...

Muy lindo Vani!...No se por q pero con este cuento me hiciste viajar hasta lindos recuerdos de la secu... y de los relatos para las clases de lengua....Recuerdo haber leido varias narraciones tuyas... y hacia mucho no tenia ese placer...
Que locura y que nostalgia!
Te quiero Vanis!!! BESO

PD1: tb llamo mi atencion el nº13...:S

PD2: sugiero que tengas presente "Y de repente, despertar"

Anónimo dijo...

La verdad que el cuento logró atraparme. Debo reconocer que el final me desconcertó bastante.
¡Felicitaciones! ¡y a seguir escribiendo y mandando cosas!

Anónimo dijo...

Me gustó nona, muy descriptivo, bien redactado. A mi también me desconcertó el final, me confundió esa Navidad/entierro. Y las repeticiones del número 13? presagio de la mala suerte que la acechaba, según ciertas supersticiones numerológicas? aprovecharé mi amistad con la autora para soslayar mis dudas. Quiero ver más de la nonita