Nueva portada

El dibujo de la portada del blog fue realizado con el mayor de los cariños por FerchuM, quien se hace responsable de las críticas que puedan existir contra los garabatos antes mencionados.
La obra es en papel A4 borrador del laburo (detrás hay un proveído que el juez nunca firmó), y la pintura es a base de lapicera negra parker, birome bic negra y liquid paper gastado.
Téngase en cuenta al momento de la crítica que este miembro del grupo carece de conocimientos de dibujo, de caricatura, de perspectiva, de arquitectura, de filosofía, de política, de negocios... resumamos en la idea de que carece de conocimientos en general.
Por otra parte, si ud. es miembro del grupo y no se encuentra en el dibujo no implica que haya sido olvidado, sino que es cuestión tal vez de abrir un poco la imaginación y pensar: "mmm... ¿ese seré yo?"

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Perdón si con las entradas del blog se ofende a alguien. No es la intención bajo ningún punto de vista. Trato a veces de hacer las notas un poco jocosas con pasajes que no tienen nada que ver, o con alguna que otra invención, pero es claro que se busca hacer sonreír y no dañar.
Jugar a escribir sobre alguien implica, además de conocerlo, poder escribir cualquier cosa de esa persona, y en algunas ocasiones puede molestar. En ningún momento deseo tirar palos contra nadie, sino simplemente mostrar a alguien. Y en tanto nadie se ofrezca a escribir, va a ser narrado desde mi punto de vista. Escribir todo lo bueno de una persona y nada más dejaría un gustito a mentira en la boca difícil de creer.
Podemos, en base a las descripciones que nos hacemos, ofendernos y no entrar más al blog porque "es TU blog" y no el blog del grupo, o podemos reírnos y dejar un retrato de cada uno. ¿Retrato? Pero si no me parezco en nada a lo que escribiste..., podrían decir. Bueno, gente, escriban, comenten, háganse notar y no callen, porque el que calla, otorga.
Si alguien se sintió ofendido o molesto porque escribí algo que no debía, le pido disculpas, pero no puedo garantizar que no vuelva a ocurrir. Solamente, sepan que no es de mala leche.
El blog está en orden. Felices fiestas y felices vacaciones!

lunes, 22 de diciembre de 2008

Teseo y el lenguaje underground

Nuevamente, Teseo nos deleita con sus anécdotas en Francia.


Este viaje tiene un relevante contenido lingüístico, por llamarlo de algún modo. Ya lo dije en el texto anterior: después de ocho años de estudio, iba a poner a prueba mi francés in situ.

Esa puesta a prueba, si bien fundamental, va de la mano con una contracara: un nuevo aprendizaje. El aprendizaje de la lengua viva, de la lengua hablada en la calle; no el francés que a uno le enseñaron en la escuela. Es cierto que es mi falta no haber buscado y escuchado la música y leído los textos apropiados y suficientes para estar al corriente del francés actual, «callejero»; sea como sea, la cuestión es que yo conocía muy poco de ese nivel de lengua, y esta experiencia es enriquecedora también en ese aspecto.

Así, poco a poco aprendí cómo se dice, por ejemplo, «me rompe las pelotas», «hacer fiaca», «pajero», «laburar», «andá a cagar», «jeta», «¿esto es joda?»; todas expresiones familiares, corrientes, más o menos groseras, pero ajenas a la academia.

Pues bien, muy contento con mi nuevo vocabulario, me dispuse a dar el segundo paso: utilizarlo.

Ahora bien, hablar una lengua extranjera, por lo menos con las palabras corrientes, implica correr el riesgo de no saber exactamente qué se está diciendo.

Dos hechos se suscitaron en relación con esto. Y llamativamente, ambos se relacionan, también, con el viaje que, en Enero, mis viejos harán a España, durante el cual nos encontraremos.

En virtud de ese viaje, pedí autorización para no trabajar durante una semana, recuperando las nueve horas del Liceo en otros días. Por eso, junto con una de las profesoras preparé un proyecto de recuperación de las clases, que por diversas razones resultó ser muy complicado.

Así pues, cierta vez, en la sala de profesores, ultimando los detalles de este asunto, dije, en francés, el equivalente de: «esto es un quilombo increíble». A lo cual la profesora, muy divertida, me dijo, casi cargándome: «No, Ezequiel, vos hablás francés muy bien, no tenés que decir esas cosas». Ante este comentario, otro profesor respondió: “No, está muy bien, tiene que aprender a hablar con esas palabras”.

Esa situación fue pintoresca, digamos, pero nada más; yo tenía plena conciencia del nivel de lengua utilizado y sabía que no era desubicado en ese contexto.

Sin embargo, esa conciencia de la ubicuidad no me llegó por arte de magia, sino como lección de otra situación, un poco más desafortunada.

Siempre en relación con el viaje de mis viejos, me encontraba en la estación de trenes de Jonzac, intentando comprar el pasaje a Barcelona. Directamente pedí el billete saliendo de Bordeaux, porque sabía que el tren que me llevaría, cuyos horarios serían los determinantes, digamos, partiría de Bordeaux, la ciudad grande más cercana.

Una vez que habíamos resuelto el asunto del pasaje desde Bordeaux, el cajero me dijo: «Ahora bien, habría que ver cómo hace para ir hasta Bordeaux», a lo cual yo quise responder que eso no tenía importancia, total hay varios trenes por día que unen Jonzac y Bordeaux.

Para expresar esto, y siempre queriendo hacer uso del vocabulario adquirido, dije: «Le trajet à Bordeaux, je m’en fous», que, en el mismo nivel de lengua, significa: «Me cago en el trayecto a Bordeaux».

Quizá por indulgencia, sabiendo que soy extranjero, o por ya estar acostumbrado a que la gente de mi edad hable de ese modo, o por pura cortesía, toda la reprobación del cajero se limitó a mirarme fijo, por un instante, a los ojos, levemente sorprendido, y nada más.

Intuyendo que había metido la pata un poco, pagué mi billete y me fui.

Días después, comenté la anécdota con una de las profesoras de español. No se escandalizó ni se dobló de la risa, pero me dijo que era un poco fuerte decir eso al cajero de la estación, y me enseñó una expresión equivalente pero más cortés.

En conclusión, mejor sigo puteando en castellano.


miércoles, 10 de diciembre de 2008

¿Dónde está mi valija?

Viajar implica juntar vivencias, y con ellas, anécdotas. Personalmente, y si bien afortunadamente aun no sufro de las formateos de disco rígido que el aleman Herr Otto Alzheimer aplica en algunas personas, confieso que descubro que muchos detalles de viajes anteriores se los ha llevado el viento del olvido.
A raíz de este triste descubrimiento, decidí tomar cartas en el asunto y comencé a llevar diarios de viaje, a escribir crónicas y similares para, por lo menos, no perder esos detalles que quisiera mantener con el correr del tiempo. Esta decisión también se la transmití a modo de propuesta a Teseo antes de su partida a Francia... o tal vez, después, en algún correo electrónico... mmm... (premisa de presencia de Otto, tal vez?).
Lo cierto es que así fue como nuestro corresponsal en Francia escribió una de sus primeras crónicas de viaje que decidió compartir con ustedes.

El profesor de Español no encuentra su equipaje

El martes 23 de septiembre, a eso de las diez de la mañana de Francia, una sola sensación me mantenía despierto: el vértigo. Aunque unas horas antes había pisado la tierra al otro lado del Atlántico, recién entonces había cruzado el verdadero océano: el lingüístico. Ya no sería TV5 y sus publicidades idiotas en el subte (“el Lyon no es el rey de la selva”, “la Liga Francesa no es una marca de lencería erótica”), o comedias que me doblaron de la risa (“La cena de los tontos”, “El placard”, “Ruby y Quentin”, “El tren de la vida”), o libros comprados en la calle Esmeralda al 800, pagados con un ojo de la cara, cada una de cuyas líneas me demandaba una hora de lectura y otra de búsqueda en el “Petit Robert” (¿alguna vez alguien me explicará por qué mierda todos los diccionarios de 4000 páginas se llaman “pequeño”?). Ahora sí que iba a amortizar, y en euros, toda la guita puesta en estudiar francés. Ahora, en el suelo galo, empezaba el viaje, la aventura. El desafío. Que no tardó en presentarse.

Hacía diez años que no viajaba en avión. En Ezeiza me habían dicho que, en Barajas, la aerolínea se ocupaba de mi equipaje. Muy tranquilo, entonces, bajé en Orly, y fui hacia la cinta móvil sobre la que desfilaban las valijas. Esperé. Apareció el bolso, que súbitamente pesaba el triple de lo que yo recordaba. Seguí esperando. Y un rato más. Quedábamos tres personas, y algún equipaje sin dueño. Y en un reflejo nada feliz, yo, un dueño sin equipaje.

¡Mi valija! ¡Toda mi ropa!

Le pregunté a la primera persona que encontré, y me indicó un local de AirFrance.

Arrastrando como podía mi bolso, fui hasta allí. Como para darme aliento, me encontré con una pasajera que se peleaba a gritos con una empleada; supuse que tenía el mismo problema que yo. Pero fiel a mi frecuente parsimonia, y, eso sí, con una tranquilidad de espíritu que me sorprendía, me dirigí a la otra empleada para plantearle mi caso. Después de un par de minutos y de buscar en una computadora, me dijo que mi valija estaba en Madrid. A mí me parecía inverosímil que me dijera eso con tanta seguridad; mi verdadero miedo era que me la hubieran robado. Pero no. Realmente inverosímil era, para ella, esa posibilidad (comentario al margen: no era tan imposible, porque después vería que, una vez bajado del avión, ya nadie me controlaba, y yo podía agarrar el equipaje que quisiera e irme a cualquier lado sin que nadie, salvo su dueño, pudiera impedirlo).

Después de insistir en que la valija estaba en Madrid, me dijo que había no sé cuántos vuelos diarios entre Madrid y Francia, y que necesitaba mi domicilio aquí, y que en 72 horas como máximo llegaría mi valija a la dirección indicada. Frente a lo cual yo saqué la constancia de designación, para indicarle el nombre del liceo donde trabajaría, aunque no estaba seguro de que la dirección allí indicada fuera mi futuro domicilio.

Mientras trataba de explicar esto, intervino la otra empleada, preguntando a su compañera:

- ¿Qué sucede? ¿El joven no tiene dirección en Francia?

- No, no, espera, que el Señor es Profesor de Español.

Un poco (sólo un poco) henchido de orgullo por dicho trato, esperé que la señorita finalizase de preparar mi reclamo. Una vez que me dio la constancia del trámite, me preguntó si tenía productos de perfumería. Con toda honestidad (lo juro), le dije que no, porque pensé que esas cosas estaban en la valija, aunque después recordé que estaban en el bolso.

Resultado: me ligué dos estuches azules, con shampoo, jabón, desodorante, cepillo de dientes, dentífrico, jabón en polvo, peine, hisopos, algodón, espuma de afeitar, hojita de afeitar (que sigo usando) y hasta una remera que dice "Skyteam" y tengo puesta mientras escribo esto.

Ya muy tranquilo, conociendo el paradero de la valija rebelde, lleno de seguridad y confianza por mi nueva investidura docente, y sobre todo, feliz por lo que había ligado, pregunté cómo ir a la Gare Montparnasse, en París, para tomar el tren. A lo cual me respondieron que los empleados del subte estaban de paro, y que me convenía tomar el micro de AirFrance que me dejaba directamente en la estación.

Así que, arrastrando el bolso, teniendo por toda vestimenta lo puesto y la nueva remera, pero con más productos de higiene que una perfumería, salí del edificio rumbo al colectivo que me acercaría el tren que, recorriendo 445 kms en dos horas y veinte minutos, me depositaría en la ciudad a la que el profesor del Liceo me iría a buscar para llegar, por fin, a mi destino.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Dígame licenciada...

Y así fue, sorpresivamente. Abrís un día la casilla de mail y te encontras el mail de Ariela contando que se recibió. Así como si nada, como si fuera Teseo organizando un partido de futbol, o Ernest y alguna cena en el bulo, o VaNona proponiendo alguna salida a boliches a los que no terminará yendo. Con una naturalidad casi despiadada, casi como evitando comer frente a los pobres, Ari cuenta que le dieron la nota de la última materia (qué última materia? cuándo y cómo empezó esa última materia? existen las últimas materias?), y que así de golpe, viste, aprobó y ahora es licenciada. Lo dice como si se hubiera ganado el loto y todavia no cae...
Los que lo leemos tampoco caemos. Lo primero que pensás es: "no, pobre ari, terminó de cursar este año y escribió un mail confuso en donde erraba en la utilización de algunas palabras generando una idea errónea". Pindonga. El mail es claro, y las respuestas también. Hablan de huevos, de enchastre, de recibimiento.
No sé como es posible. Ayer terminamos quinto año, y ahora resulta que Vicky y Ari ya tienen título, una de la sanandrus y la otra de la estatal. Como diría Javi: "acá hay tongo, muchachos".
Recibimiento. Palabra larga, prolongada, distante... sobre todo, distante. Y sin embargo, ahí está, dos logros, dos triunfos. Que genial... Me da alegría, me pone contento. Pero me genera miedo., porque esto quiere decir que el mundo va más rápido de lo que parece.
No obstante ello, Ari, tu esfuerzo, perseverancia y paciencia han dado sus frutos económicos, y según se anda comentando, pronto darán frutos legales. Mi consejo: no se te ocurra recibirte antes que yo porque sos boleta.

¡FELICITACIONES LICENCIADA!




sábado, 25 de octubre de 2008

Un truco inesperado

No volaba una mosca en la cocina del bulo de Ernesto. El nunca confiable reloj de pared, marcaba una hora y cuarto menos de la que realmente era. Sólo el ruido del calefón se animaba a quebrar la calma del recinto.
-¡Truco! -cantó Ramón cortando el silencio de ultratumba.
Ferchum lo miró con avidez, casi rogándole que tuviera las cartas que a él le faltaban. Por su parte, Discepolín intercambió miradas con el ruso, preguntándole en un diálogo telepático si Ramón estaría mintiendo o si por el contrario estaban cargados. El ruso le guiñó el ojo, y su amigo entendió al instante que se había carteado el ancho de basto.
-Quiero –dijo a su pesar el mellizo. No era de agradarle la trampa, pero quizás el estilo salzmaniano le trajera un poco de aire a la incómoda distancia en la puntuación que llevaban anotada.
Ramón jugó un tres, apurando a Ernesto.
“Ese tres es nefasto, aplastalo” le dijo con los ojos Discepolín. El ruso entendió de inmediato y colocó la carta matufiada. Ferchum aprovechó la ocasión para descartarse un cuatro de oros inútil que no le había servido ni para el envido. La carta que cerró la ronda fue el rey de copas, augurando para la siguiente mano la posibilidad de cartas ganadoras.
-Estamos al horno, ¿no? –dijo FerchuM en voz alta, con un dejo de sobreactuación.
-Presiento que están cargados –murmuró Discepolín ante dicho comentario.- Jugá callado.
-¡Quiero retruco! –bramó Ernesto.
“¿Qué hacés?”, interrogó Javier con la mirada. Nadie lo percibió, los contrincantes miraban atónitos al cantor Salzman.
-Quiero ver –dijo Ramón antes de que su compañero se fuera al mazo. El ruso jugó un seis de espadas. Al otro lado de la mesa, su compañero de equipo no pudo más que dedicarle unas emotivas y silenciosas palabras de bronca. Ferchum jugó un siete de basto y se sonrió porque al menos pudo ganarle a la primera carta de la ronda. Discepolín jugó un dos de espadas y Ramón le siguió con un dos de oros. Todos miraron quién había ganado la primera mano, y Ferchum y Ramón no pudieron más que respirar con tranquilidad cuando recordaron que la primera había sido de ellos.
-Zafamos –murmuró Ferchum mientras sentía como el aire volvía a sus pulmones y le hinchaba el pecho-. Che, ruso, traete más manís que se acabaron.
-¿Hay coca en la heladera para el fernet? –preguntó Ramón.
-Sí… hay bastante. Agarrala –respondió Ernesto, que se encontraba en una posición complicada para levantarse dado que estaba sobre el ancho falso que había intercambiado por el ancho de basto en pleno juego.
Sonó el timbre. Los cuatro se miraron, y Ernest explicó que seguramente era la loca que vivía unos pisos más abajo para manguearle algo para comer o guita.
-No voy a abrirle. No tengo nada para darle. Ayer vino y le encajé una porción de pizza que tenía en la heladera desde la última vez que nos juntamos…
-¡Pero eso fue antes de que se fuera Teseo a enseñar español a Francia! -exclamó Discepolín asombrado.
-Esa mina es de hierro… no te preocupes…
El timbre volvió a sonar una vez más y luego se oyó el ruido del ascensor. Seguramente se habría cansado de insistir.
-A todo esto, ¿qué estará haciendo Teseo ahora en Francia? –preguntó Ramón mientras armaba en la hielera el fernet.
-¿Se habrá agarrado a la canadiense? –murmuró Ferchum.
-No -contestó Discepolín, y con sorna agregó-, seguro que el Eze a esta hora está todavía morfando…
-Qué bien que la hizo el desgraciado… -concluyó Ernesto.
Iban a arrancar nuevamente a jugar los pocos puntos que quedaban, cuando de repente, Ramón sobresaltado llamó la atención de sus amigos.
-Che, muchachos, miren eso…
Señalaba hacia la ventana de la cocina. Todos se voltearon para ver y descubrieron que, flotando en el aire, del otro lado del vidrio se veía caer una suerte de nevada fosforescente.
-¡No! ¡No abras, Ferchum! –pronunció Ramón atajando a su amigo.- Esto me da una mala espina.
-Hay algo flotando en el aire… como si nevara… –dijo Ferchum.
-Sí, y estamos en primavera… hoy al mediodía hizo un calor de cagarse… Esto no es normal… Coincido con Ramón, no abras –apoyó Ernesto.
-¿No notan como un silencio total…? –preguntó Javi.
-Vayamos a ver la calle desde el consultorio… -propuso el ruso aprovechando el estupor del resto para deshacerse del ancho falso.
Se abalanzaron hacia el sector del consultorio del padre del ruso, desde donde avizoraban la calle Uruguay y su cruce con Bartolomé Mitre. En la calle, un par de vehículos habían perdido el control y se encontraban subidos a las veredas y chocados contra los frentes de las casas que daban a la calle. Un par de personas yacían tendidas en la vereda, dando una imagen escalofriante.
Quisieron prender la radio, pero el ruso confesó que se había quedado sin pilas y se había olvidado de comprar nuevas.
-Llamemos a nuestras casas –opinó Ferchum. Pero luego de probar llamar dos veces desde su celular cambió de parecer.- La puta madre… me dice que el saldo en mi cuenta está por agotarse y que por favor realice una nueva recarga... ¡Teléfono de mierda! ¿El tuyo Ernest?
-Me lo olvidé en casa… ¡A ver mellis cuando se compran uno ustedes!
-Yo no voy a andar con esa bosta encima… -ratificó Discepolín.
-Yo tampoco –agregó tajante Ramón.
-¿Qué hacemos, muchachos? Esto es algo terrible… Además, siento como si ya lo hubiera vivido… como un deja vú -mencionó Ferchum.
-Y sí, es el comienzo de El Eternauta… -le dijo Ramón.
-Con razón me sonaba tanto… Encima Bacacay no me mandó ningún mensaje… A esta altura ya me tendría que haber mandado uno diciéndome algo al respecto… -balbuceó Ferchum- No sé… aunque sea que le gusta ver nevar mientras cocina ñoquis o algo así.
-En una de esas en Belgrano no está cayendo esta nevada radioactiva… no sabemos cuántos kilómetros afectados hay… -comentó Ramón sin dejar de mirar a través del vidrio.
De repente, el ruso pegó un grito que sobresaltó a todos.
-¡MIREN!
Caminando por entre los autos y la gente que yacía muerta en la vereda, andaba un hombre con traje de goma que le cubría todo el cuerpo, y con una suerte de antiparras en los ojos y un filtro a la altura de la boca, a través del cual podía respirar. Cargaba un rifle al hombro y miraba todo lo que lo rodeaba.
-¡Ese tipo copió la vestimenta del eternauta para que la nevada mortal no lo linche! ¡Como no se nos ocurrió! –exclamó Discepolín. Y acto seguido, agregó:- Ruso, ¿tenés un traje de goma?
-No.
-¿Impermeable?
-No…
-¿Cortina de la ducha?
-No…
-¿Piloto? ¿Botas? ¿Antiparras?
-No, no… ah, antiparras sí -dijo el ruso mientras mostraba unas de nadador olímpico. Después tengo un par de bolsas de Supermercado Día, son bastante gruesas, pero no sé si tengo suficientes como para hacer un traje.
-Hmm… no creo que sirva demasiado todo eso… -opinó Ramón nervioso.
En eso, el hombre que caminaba por la calle se topó con una mujer que acababa de salir del edificio, vaya uno a saber por qué motivo, quedando cara a cara con el individuo disfrazado.
-¡Ernest, mirá! ¿Esa no es la loca que viene siempre a manguearte comida?
-¡Sí!
-¿Por qué no la mata la nevada mortal? –preguntó Discepolín sorprendido.
-¿No te dije que esa mina es de hierro? No hay con qué darle… -murmuró Ernesto.
A lo lejos se oyó que una voz alterada por un megáfono gritó: “Corten”. Y acto seguido, una mujer con un séquito de individuos con handys y audífonos se acercaron a la loca, que se había abalanzado contra el hombre disfrazado y lo aporreaba con su cartera, y la separaron.
Inmediatamente descubrieron las cámaras de filmación y, arriba de los techos, tipos con ventiladores que arrojaban partículas que hacían parecer que caía en la cuadra una nevada fosforescente. Ferchum recordó haber leído en alguna revista de cine que filmarían El Eternauta y todo adquirió sentido y lógica.
A la loca la debieron internar después del susto que se pegara en aquella ocasión, y los muchachos nunca terminaron de jugar esa memorable partida de truco en el bulo de Ernesto.

sábado, 18 de octubre de 2008

FerchuM y esa rara costumbre de discursear

Ya en reiteradas ocasiones el cinéfilo de Balvanera tintineó una copa, o mejor dicho, un durex, y pidió un minuto de silencio para exponer sus discursos, algunas veces escritos y otras veces, para desgracia de los oyentes, improvisado. Lo hizo en despedidas de fin de año, encuentros del grupo, en su cumpleaños, y hasta pretendió escribir y leer discursos de agradecimientos en aniversarios de otros.
Lo cierto es que para el día de ayer, 18 de octubre de 2008, fecha de su vigésimo cuarto aniversario, FerchuM preparó unas palabras que guardó bajo llave para leer hacia el final del día. Desafortunadamente, por diversos problemas de organización inesperados, no pudo leer el discurso e inmediatamente se comunicó con nosotros a fin de que lo publicáramos.
A continuación, el discurso que debió leer y no leyó el Sr. FerchuM.


Cumplir 24

por FerchuM


Tanto cuando cumplo años como en los días anteriores acostumbro a experimentar sensaciones de todo tipo. Por un lado, me atacan recuerdos, penas, rara vez alguna que otra alegría, también me surgen autoevaluaciones, críticas, comparaciones, cuestionamientos a decisiones tomadas. Y finalmente, la incertidumbre, esa duda eterna de lo que está por venir, ese apostar a que mañana la vida me va a sorprender, los sueños se me van a cumplir, y voy a alcanzar la felicidad, tal vez sin necesidad de haber logrado un éxito a nivel social, pero sí en lo personal.


Si bien mantengo una confidencialidad cuerpo-alma que me impide contarles mis pensamientos más íntimos, hay cuestiones que en estos últimos años salieron a la luz y que no tengo particularmente inconvenientes en comentárselos. Mi percepción a esta altura de mi vida es, rozando lo trágico, una vida de éxito que le pertenece a algún otro y que yo robé descaradamente. Estoy a muy poco de recibirme de abogado y tengo un trabajo de excelentes condiciones, muy vinculado a esa carrera. Lo paradójico, sin embargo, es que ese éxito no me llenó en lo más mínimo, los logros obtenidos fueron aplaudidos, inclusive por mí, pero nunca me colmaron, ni me emocionaron como debían, y eso porque nunca los consideré propios, o si supe que eran míos no eran los que buscaba.


Allá, por los veinte, aproximadamente, tuve que tomar una decisión difícil. Opté por un camino que supe sería largo y lleno de obstáculos, pero al final de ese camino tremendo se abriría una puerta a un nuevo camino, el que yo quería recorrer. En aquella ocasión pude elegir entre ese camino largo o tomar un atajo. La ventaja del atajo es imaginable, resumidamente giraba en torno a la idea de evitarme un sufrimiento innecesario. La ventaja del camino largo era alcanzar una formación que el atajo no me daría, formación que después me serviría para apreciar con otra pasión ese camino al que deseaba llegar y, para el supuesto desalentador de fracasar en ese recorrido, ya sea por no poder recorrerlo en su totalidad o descubrir al final del mismo un abismo, tener al menos un paracaídas de emergencia.


Como no me gustan las alturas, opté por lo seguro. Claro que en el medio podían pasarme cosas terribles como que los doctrinarios del derecho me lavaran el cerebro, que me muriera, o lo que fuera peor, que me consiguiera una novia que me hiciera perder mi sueño en el afán de sentar cabeza y comenzar una convivencia, o, y pensando en esto toco madera, formar una familia joven con hijos. Afortunadamente, ninguna de las tres cosas pasaron. Y de hecho, el riesgo mayor, el de la familia obviamente, no apareció ni remotamente.


Al margen de ello, hoy, con veinticuatro años recién cumplidos, estoy a pasos de alcanzar esa puerta que se abrirá hacia un nuevo camino, el cual sé que tampoco será sencillo, pero que, a diferencia del ya transitado, me brindará al recorrerlo alegría y satisfacción. Espero que una vez alcanzado una parte importante de mi vida mute, y sea para bien.


Gracias a todos ustedes por seguir siempre a mi lado, bancándome en las buenas como en las malas, y por hacerme sentir y saber que en ustedes puedo confiar de manera incondicional.

domingo, 5 de octubre de 2008

Breve historia de un profesor de ski que remaba y remaba...

por Vanina

Hoy, 5 de octubre, no es un día como cualquier otro, dado que en esta fecha, en años pasados, han ocurrido sucesos claves en la historia de la humanidad, en tanto hubo cinco de octubre en el año calendario, no como ocurriera en 1582, donde por un error de cálculo en el calendario Juliano, debió suprimirse los días comprendidos a partir del cinco hasta el quince del mismo mes, pasando a llamarse el calendario tal como hoy en día, gregoriano.
Sin ir más lejos, hoy se cumplen 144 años del nacimiento de uno de los hermanos Lumierè (Louis Lumierè), quienes fueran creadores del cinematógrafo, y también 46 años desde que Los Beatles editaron su primer single, Love Me Do, que marcaría el inicio de su ascenso musical.

Si bien estos son sólo algunos de los acontecimientos ocurridos algún cinco de octubre, el que a nosotros nos interesa especialmente es aquel ocurrido hace 26 años en la ciudad chica (¿o pueblo grande?) llamado San Martín de los Andes en la provincia de Neuquén. Ese 5 de Octubre de 1982 vino al mundo el señor Leandro Martín Moya Billorian (sí, para los que no lo saben Martu reniega de su primer nombre). Por eso hoy todos los miembros del “Grupo Pelle” le queremos desear un MUY FELIZ CUMPLEAÑOS!!

Martu vivió su infancia en San Martín de los Andes, con su familia y sus amigos y desde los tres años comenzó a tomar contacto con sus amores: la nieve y el ski. Al terminar la secundaria vino para Buenos Aires a estudiar Ciencias de la Comunicación Social ya que creía que la mejor universidad era la UBA. Sin embargo, le costaba mucho adaptarse a la “Gran Ciudad”, además de que vivía con sus tíos en Valentín Alsina lo que lo alejaba bastante de sus otros amigos que estaban en Capital. Por esa razón decidió volverse a San Martín donde dictó clases de ski en el cerro Chapelco.

Ya al otro año volvió a Buenos Aires, pero esta vez alquilando un depto que era una suerte de tumba metalera que compartió junto a sus amigos Maxi y Nico. Luego, se mudaría a un piso alto en Plaza Italia con Nico, con su hermana Mariu y con los dos a la vez.
Además tenía a sus otros amigos Maxi, Leo, Facu, Jordy, Guille, “La enana”, Caro (los nombro a todos para que no se pongan celosos) viviendo cerca y eso lo hacía sentirse bien y contento. Desde ese entonces se quedó en su depto en el que ahora está solo pero espera ansiosamente el regreso de su hermana (que se fue a vivir a Bariloche).

En la carrera le fue y va muy bien, lo cual hace que se encuentre cercano a recibirse, y para colmo tiene un trabajo que le gusta mucho, algunos de sus amigos viviendo en Baires y una novia hermosa (jaja).

La relación de este “susodicho” (también conocido como Martu, Tincho, Moya, “pelado”, “peladín”, “ñoño”, Martín & Martín, Bruce Willis, Stallone, etc.) con el grupete no se remonta a tiempos remotos, sino todo lo contrario. Apareció alrededor de tres años atrás cuando, luego de remarla y remarla, logró conquistar a una de sus integrantes, Vani.

A esta última la conoció en la UBA, en una clase de Taller de Expresión II (cine), allá por el año 2005. Si bien, se trataba de una materia anual, recién en la segunda parte del año Martín y Vani comenzaron a hablar, desde el momento en que la profesora dijo que de los ocho grupos que había debían unificarse en cuatro para hacer el corto final. El grupo de Vani, conocido como “las ñoñas”, no quería saber nada sobre tener que juntarse con el grupo de Tincho dado que en su grupo había un pibe que le chiflaba el moño y que se le daba por escribir guiones en donde él mataba a todos los de la clase incluso a la profesora. Además, este gordito simpático tenía arranques de violencia y agresión. Las malas lenguas dicen que estaba medicado pero que por momentos no quería tomarse la pastillita para hacer más reales las escenas de sus trabajos fílmicos.
De cualquier manera, la opinión del grupo de Vani tenía su reflejo en el grupo de Martu, que tampoco quería unirse al de ella. Si bien no existen certezas acerca de las razones por las cuales no deseaban unirse a ellas, las respuestas se estima que giran en torno a que no les caían bien por ser tan ñoñas. Cuando el grupo de Vani se dio cuenta que no les quedaba más remedio que estar con el grupo del loquito, algunos decidieron ir a cortarse las venas, pero otros se resignaron y fueron a hablar con ellos. Y así comenzaron a relacionarse. Pasado el tiempo “las ñoñas” se darían cuenta que el mayor problema del otro grupo era el loquito, pero con el resto estaba todo más que bien. No ocurriría lo mismo con los miembros del grupo de Martín, que seguían sosteniendo que las chicas eran unas ñoñas totales.
De cualquier manera, comenzaron las negociaciones y se dispuso un perímetro de distancia que el loquito debía mantener respecto de cada chica, e intentar, en la medida de lo posible que ninguna mujer quedase sola con este individuo.
Así fue que se conocieron Martín y Vani. Después de terminar el corto a principios de diciembre, un día y gracias a “Mr. Messenger”, Martín la invitó a salir a Vani. Ella (ingenuamente) aceptó. Se vieron dos veces antes de que él se fuera a su tierra natal de vacaciones. Él ya le había dejado bien en claro que ella le interesaba, pero por cuestiones de la vida, Vani estaba un poco insegura.
Tal vez por casualidad, destino o como quieran llamarlo, ese verano Vani y cuatro amigas se fueron de vacaciones a San Martín de los Andes. Allí Martín estaba con sus amigos y, ya desde el primer momento que Vani pisó tierra neuquina, Martu la llamó para ver que hacían. Ese día a la noche se encontraron todos. Todos los días a pesar de loa intentos de Vani de resistirse (porque no quería ilusionarlo) se vieron. Durante esos días que Vani y sus amigas (Brendi, Dani, Ari y Caro) pasaron en San Martín, vieron todos los días a Martín y sus amigos, tanto de día como de noche. Vani se resistía bastante. Hay varias teorías: algunos dicen que Vani era una “histérica”, otros que “no estaba segura”, “que le daba vergüenza”, etc. Pero por un poco de todo esto, Vani no quería darle un beso a Martín en público y a veces lo ignoraba.
Obviamente que el día del boliche y con unas copas de más, Vani se animó. Pero después, todo, otra vez volvieron las cosas a como si nada. Brendi insistía que Vani lo tratara bien, que Martu le caía bien, se lo vendía muy bien la muy guacha. Hasta que finalmente (no se sabe bien por qué) pero el último día de la estadía de las chicas en San Martín, “los tortolos” concretaron. Y de ahí en adelante (a pesar de alguna interrupción) no se separaron más.
Martu acompañaba a algunas salidas a Vani y así fue que fue entrando en los corazones de cada uno de los que forman parte del “Grupo Pelle” y con su simpatía, su alegría, sus chistes, su amistad, los conquistó. Por eso, hoy le queremos desear un MUY FELIZ CUMPLE a MARTÍN. ¡Lo queremos mucho!

¡¡¡Te amo muchooo, ñoñis!!! ¡¡¡¡Y que los cumplas muyyyy feliz!!!!

En esta foto puede apreciarse a Martín atrapado por las garras de la carcelera, su novia Vanina. Segundos antes habría recibido una orden por parte de la misma para que no realizara gestos obscenos a la cámara.


lunes, 29 de septiembre de 2008

Historias de vida

La admiración, el recuerdo, el cariño, el pasado y su brutal conexión con el presente y el futuro, son motivos que condujeron tanto a Vani como a FerchuM a escribir, desde estilos distintos y formas diversas, sobre sus seres queridos, en esta ocasión esos héroes luchadores del tiempo y de la vida, los abuelos.
El cuento de FerchuM, "TATA" narra un día en la vida de su abuelo, quien fuera apodado de ese modo. El de Vani gira en torno a una entrevista que le realizara a su abuela sobre su vida.
A continuación, la entrevista de Vani, y haciendo click acá, el relato de FerchuM.

Historia de Vida


La puerta de la casa se abrió lentamente y detrás de ella pude ver a la mujer de ojos verdes profundos que me sonrió y me dio la bienvenida con un cálido beso. Era una mujer de 85 años de edad, cabello castaño y corto, de baja estatura y vestida muy elegante. Me invitó a sentarme en el comedor diario que era el lugar más tranquilo de la casa. Me ofreció algo para tomar y acompañar las masitas que había puesto en el centro de la mesa. Luego se detuvo al lado del gigante ventanal y corrió las cortinas, dejando entrar el resplandor de la luz por la ventana que iluminó toda la habitación. Con su voz suave y sus palabras cordiales me transmitió la confianza que necesitaba para poder preguntarle aquello que ella temía recordar, para lo que verdaderamente yo había ido a su casa: su huída de Alemania en el año 1937 antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial. Ya en esos años el antisemitismo había crecido en las ciudades alemanas, se veía en las calles, en las escuelas, en todas partes. Ruth Boldes tenía 14 años cuando el director de su escuela en la ciudad de Ortelsburg le dijo que no podía ir más, que ya había absorbido suficientes conocimientos para tener una cultura general y que por lo tanto ya no podía concurrir más al establecimiento. La relación con sus compañeros y profesores era relativamente buena. Ruth no recuerda haber sufrido maltratos por parte de sus compañeros y profesores. Pero su hermano, Manfredo, siete años menor que ella, sí lo sufrió en carne propia ya que sus compañeros le pegaban y lo insultaban constantemente.

Después de tener que dejar el colegio, la madre de Ruth no sabía que hacer con ella ya que no la aceptaban en ninguna otra institución. Por lo tanto se contactó con una señora modista que conocía y le preguntó si podía enviar a su hija para que aprendiera el oficio. La señora aceptó sin dudarlo pero al mes llegaron los nazis al taller y le dijeron que si se quedaba “la judía” le iban a cerrar el negocio. Frente a la discriminación que ya se hacía notar fuertemente en Ortelsburg, los padres de Ruth decidieron llevarla a Berlín a vivir con uno de sus tíos. Por aquellos años el antisemitismo no era tan visible en esa ciudad. Allí fue a una academia de modistas donde había mujeres judías siendo Ruth la más jovencita. Aprendió el oficio de modista y también a modelar y dibujar modelos.

Sus padres también sufrieron el antisemitismo en carne propia ya que tenían un negocio de ramos generales y los nazis golpeaban a su padre y escribían en las paredes: “No compren en lo de judíos”. En ese momento la mirada profunda de Ruth voló a otro tiempo, a una noche sombría en la que un hombre se acercó al negocio de su padre y pidió alcohol; ese hombre pertenecía a las fuerzas de asalto nazis, conocidas como las camisas pardas. No le dieron lo que buscaba, entonces golpeó, destruyó, eran judíos…Para ese entonces la familia de Ruth ya había empezado a pensar la posibilidad de emigrar hacia otro país, un lugar donde pudieran estar tranquilos y que no fueran perseguidos. Luego de varias averiguaciones, la Argentina apareció como una posibilidad de escape y salvación para esta familia.

El viaje en tren hasta Francia tuvo bastantes sobresaltos. En la frontera los hicieron bajar, les revisaron todas las valijas y los hicieron desnudar para ver si se habían llevado alguna joya o más dinero del que estaba permitido. La voz de Ruth comienza a temblar y sus palabras se mezclan con una sensación de dolor que le carcome la piel: “Nos revisaron todo, hasta el zapato. ¡No fuera cosa que nos llevásemos un marco de más! Nos desnudaron como presos, como delincuentes”. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un silencio cortante invadió la habitación. Ruth se secó las lágrimas con un pañuelo y luego de unos minutos se recompuso automáticamente. Ya cuando llegaron a Francia, respiraron. Estuvieron algunas horas en Marsella y allí subieron al barco que los traería a la Argentina, para ellos, el país que los salvaría del sufrimiento y la muerte. Ruth no sabía que le esperaría en la Argentina, pero ese profundo dolor en el pecho que la paralizaba por unos minutos, ese miedo a la muerte iba desapareciendo lentamente a medida que se alejaba de Alemania, del peligro.

De pronto, Ruth comienza a sonrojarse y a reír. Me pregunto que será lo que recordó que la alegró tanto. Unos minutos después descubro que en ese barco conoció al amor de su vida, al que unos pocos años más tarde sería el padre de sus dos hijos y su compañero en la vida. En ese entonces Ruth tenía 16 años y el “muchacho judío”, 22 años.

Ruth y su familia estaban en primera clase y el joven Adolfo en tercera clase junto a un grupo de amigos que viajaban hacia Uruguay. Todas las noches en el barco, durante la cena, los pasajeros de primera clase recibían una fuente con todo tipo de frutas. Entonces Ruth se llenaba los bolsillos de frutas y bajaba al “underground” donde estaba Adolfo y sus amigos y las repartía. Adolfo bajó en Uruguay pero eso no impidió que siguieran en contacto. Tiempo después él viajó para la Argentina y se casó con su amada.

En la Argentina, Ruth y su familia recibieron la ayuda de la Asociación Filantrópica Argentina, los llevaron a una pensión y les pagaron un mes cama y comida. Así, se instalaron en una pensión en la calle Malabia donde había inmigrantes de diferentes partes del mundo, pero sobre todo judíos alemanes. El padre de Ruth trabajó como vidrierista en el Once y Villa Crespo y su madre fue cocinera en una pensión. Por su parte, Ruth trabajó como modista en un negocio en el centro de la Capital Federal. De a poco fueron aprendiendo el idioma español. Ruth nunca tuvo amigos argentinos. Siempre estuvo rodeada de “su gente”, de otros inmigrantes judíos que se habían refugiado en la Argentina para escapar del antisemitismo que cada vez se hacía más fuerte en toda Europa. Sus movimientos eran como en un gueto.

Cuando Adolfo, el novio de Ruth, llegó a Buenos Aires, se casaron y alquilaron una habitación. Él trabajaba de mozo en el hotel Werthein y Ruth seguía como modista. Pero al poco tiempo de casados, Ruth quedó embarazada de su primer hijo por lo que empezó a llevarse el trabajo a su casa para poder ocuparse de él. Tiempo después, Ruth comenzó a pensar en alguna otra posibilidad laboral ya que en Alemania había aprendido no solamente a cocer, sino también a dibujar y modelar. Fue así que ella y su marido empezaron a fabricar ropa para chicos y bebés. Adolfo vendía en el hotel Werthein y Ruth recorría las calles del barrio y ofrecía la ropa a sus vecinos. Desde un primer momento los diseños fueron muy bien aceptados por lo que fueron creciendo cada vez más hasta que tuvieron una pequeña fábrica de confecciones para niños. Adolfo dejó de trabajar de mozo para ocuparse de lleno junto con Ruth a la fabricación en el taller. Él se encargaba de la parte administrativa y ella de la confección. Unos años más tarde nació su segunda hija.

Ruth conserva hasta hoy un perfecto acento alemán, como si nunca hubiera dejado su país natal. Pasaron muchos años para que se sintiera en condiciones de volver a Alemania y cuando lo hizo no se sintió en ningún momento alemana sino una turista que habla muy bien el alemán. Cuando llegó a Berlín Ruth tuvo la curiosidad de volver a ver la casa donde había vivido con sus tíos, de quienes no supo nada más desde que inmigró a la Argentina. Entró a un bar en la esquina de la casa y le preguntó al dueño quien podría saber algo sobre esa casa, sobre sus tíos. El hombre le dijo que un viejito vivía allí y que él seguramente iba a darle alguna información al respecto. Ruth se acercó lentamente a la puerta pero cuando estuvo a punto de tocar el timbre, dio media vuelta y se fue. Tenía miedo de lo que le pudiera decir aquel viejito sobre sus tíos. A donde nunca pudo volver Ruth es a su ciudad de origen, a Ortelsburg aunque al día de hoy ya no es parte de Alemania sino que se anexó a Polonia.

Ruth cierra la cortina del ventanal y el resplandor de la luz que iluminaba la habitación comienza a desaparecer. Se aleja de la ventana y se acerca hacia mí. Me mira fijamente y con una señal de afecto y alegría me da un beso y me agradece mi interés por su historia. Mientras me estoy yendo de su hogar todavía siento su mirada en mí, me doy vuelta, la saludo con la mano y la puerta se cierra lentamente dejando detrás a la mujer de ojos verdes profundos que me sonrió y me dio la bienvenida con un cálido beso.


jueves, 25 de septiembre de 2008

QUE VA A SER DE TI LEJOS DE CASA… (Primicia)

Y finalmente dio señales de vida. Se había olvidado de nosotros, diría un pesimista; Se hizo rogar, dirían los estrategas; No debe entender una goma y está más perdido que turco en la neblina, diría un jocoso; Quién? Quién se fue?, diría un colgado… Sea como sea, el Eze arribó a buen puerto, y ya tenemos noticias de él. Manifestó que por problemas con la casilla de Hotmail no tiene a disposición sus direcciones de mails y pidió que retransmitiéramos
A continuación les transcribo su mail, en donde nos transcribe el mail que le mandara a sus viejos por una cuestión de celeridad procesal y la pertinente respuesta que ha recibido por dicha misiva por parte del integrante del grupo, Ferchum.

MAIL DE TESEO
Amigos: Còmo andan????????????? Les cuento que yo estoy muy bien, muy còmodo en mi "departamento" y con la gente. Me entiendo y me hago entender bien en francés. No les escribì hasta ahora porque no fue fàcil conseguir màquina, en realidad, estoy en la sala de profesores, usando la clave de un profesor, ya que todavìa no tengo la mìa. Y recién hoy tuve tiempo de sentarme a escribirles (estoy con varias cosas, pero sobre todo, el dìa termina temprano acà). Como hace casi una hora que estoy acà, si no se ofenden, transcribo el correo que acabo de mandar a mi familia, que es bastante largo y donde describo bastante bien còmo me està yendo.
Les mando un abrazo enorme, vamos a seguir en contacto, y si puedo entrar a los blogs poco a poco voy a ir mordiendo/chamuyando/parloteando.

Eze.

Hola!!!!!! Còmo andan???? Se habràn dado cuenta ya que mis correos estàn escritos de una forma un poco rara; lo que pasa es que, por un lado, el teclado es diferente, y por el otro, nuestra tilde casi no existe en francés (sòlo para la e, como ven). Asì que escribo como voy pudiendo.

Les cuento que ayer después de almorzar fui con el profesor a abrir la cuenta en el banco (me llevò al BNP, que es donde tiene cuenta él), a hacer el tràmite para obtener el permiso de residencia definitivo y a hacer compras. Tal como me habìan dicho, el supermercado es comparativamente mucho màs barato acà que allà.

En cuanto al comedor, como casi siempre ahì por varias razones. Por un lado, es una oportunidad para conocer a la gente y socializarme; ademàs, es mucho màs fàcil que cocinarme; aprovecho en la semana, porque el fin de semana està cerrado y tendré que cocinarme. Y ademàs, la comida es excelente, abundante, y regalada (incluso en pesos): 2,56 euros cada comida, que incluye entrada, plato principal, fruta, postre, bebida (les juro que ademàs de jarras con agua hay botellas de vino sobre las mesas), pan, café...Y TODO LIBRE. A la noche hay un solo plato, pero al mediodìa hay tres platos diferentes para elegir. Ayer cené unos sàndwiches de pan lactal con queso gratinado arriba y rellenos con jamòn y salsa blanca que estaban muy buenos. Hoy comì goulash con una papa. Por suerte sòlo habìa fruta, y no postre. Se ve que la gente no tiene mucho el hàbito de cuidarse; se ve gente gorda, pero no como en Estados Unidos, y a pesar de comer postres y demàs, veo que se come mucha verdura.

En cuanto a la cena del martes, le pedì a la camarera que el bife fuera a punto, pero estaba crudo por dentro. Charlando con otro profesor, me dijo que ellos lo comen asì, porque piensan que màs cocido serìa duro. Pero en el comedor se come muy bien; al menos el pollo de ayer al mediodìa estaba bueno.

Les voy contando de a poco todo lo que me voy acordando. Les escribo desde esta casilla, porque el sistema no me deja entrar a hotmail, ya que es una pàgina "no pedagògica". Necesito una clave para usar las computadoras, todavìa no tengo la mìa (uso la de cualquier profesor que me presta la suya). Cuando la tenga, iré a otra sala con computadoras, reservada a los alumnos, pero de uso libre, y tal vez ahì sì pueda usar hotmail. Pero por si acaso, sigan escribiéndome acà. Los fines de semana va a estar difìcil usar la compu, porque la escuela està cerrada y en Jonzac no hay cibercafés. De todos modos, salvo el pròximo, no creo que vaya a pasar acà muchos findes (en Burdeos, que es cerca, sì hay). En cuanto a hablar por Skype y usar la camarita, por ahora no puedo decirles nada; cuando tenga mi clave (hoy a la tarde la tendré) y vaya a la otra sala, les digo.

Ayer cerca de las 20 (15 para ustedes) intenté llamar a lo de Jime, pero no me pude comunicar. No les avisé por mensajito porque no estaba seguro de poder hablar. Hoy después de cenar les aviso y llamo. En las pròximas semanas habrà 2 posibiliades: sacar una tarjeta que da el banco, que es una mezcla de tarjeta de débito y tarjeta de teléfono, ya que uno la mete en la cabina (acà, al revés de allà, ya no existen los locutorios, y todo el mundo usa los teléfonos pùblicos, con tarjeta, como hace 10 anios o màs en Argentina) y al hablar se debita el monto de la cuenta. Y la otra posibilidad, bastante piola, es que ustedes compren tarjetas para llamar al exterior, y me llamen al fijo del instituto. Yo tendrìa que decirles qué decir para pedir por mì, me tendrìan que avisar cuando llaman, asì yo aviso en la secretarìa para que me pasen el llamado a la sala de profesores. Podemos acordar un horario por este medio. Y asì nos ahorramos el gasto de celular.

Les cuento algo que no les dije hasta ahora para no preocuparlos, pero ahora que està resuelto, les digo: cuando bajé del aviòn en Parìs, no encontré mi valija. Sì el bolso, pero no la valija. Hice la denuncia en AirFrance, que està asociada a AirEuropa, y me dijeron que era normal, averiguaron, y mi valija habìa quedado en Madrid. Tomaron mi denuncia, y me dieron un estuche con productos de perfumerìa, y hasta una remera que usé ayer. Me pidieron una direcciòn en Francia, para enviarme la valija. Finalmente, hoy a la maniana la recibì acà en el instituto. Lo màs llamativo es que yo avisé a la escuela desde Parìs lo que habìa pasado con la valija, y cuando llegué el profesor y varias personas màs estaban al tanto. Realmente es inceìble la diferencia en el ritmo de vida de los docentes acà y allà; parece que acà les sobra el tiempo, el profesor me acompaniò a hacer un montòn de cosas, y toda la gente se preocupa por uno y te ayuda. Varios se asombran de mi nivel de francés, y me entienden bien. Yo entiendo bastante, aunque me cuesta un poco màs.

Bueno, ya escribì un montòn, aunque seguramente me olvido de varias cosas.
Ah! Hoy cuando por fin pude ponerme el jean encontré en los bolsillos las notitas de saludo que dejò mamà!!! Muchas gracias!!!!!! Ya iré viendo si a medida que uso el resto de la ropa encuentro màs.

Hoy llega la asistente canadiense, supongo que serà mi mayor companìa. Si bien todo el mundo es muy atento y simpàtico, estoy bastante solo, pero no lo siento. Y aunque el fin de semana no haya nadie en la escuela (el internado tiene entrada propia, independiente del instituto), tendré mucho para hacer, e incluso voy a salir a la noche, solo, pero seguramente podré ir conociendo gente para sentarme a tomar algo.

Ademàs, quiero recorrer la ciudad, seguir viendo todos los tràmites que tengo que hacer, saber finalmente si hay o no un gimnasio, y salir a correr. Y voy a aprovechar el fin de semana, porque acà el dìa termina temprano (se cena a las 19, y a eso de las 20 ya està todo cerrado y empieza a oscurecer). Pero seguro que no me voy a aburrir, y mi profesor y otra profesora de espaniol ya me dijeron que en algùn momento van a invitarme a sus casas.

Creo que estoy escribiendo hace màs de 40 minutos. Voy a terminar, a la tarde los voy a llamar, y supongo que en adelante tendremos que discontinuar un poco las llamadas.

Espero que ustedes estén bien, que papà y mamà no hayan llorado mucho después de salir de Ezeiza. Y sobre todo que esté bien Joaco!!!!!!!!!! Cuando tengan fotos por favor màndenme.

Les mando un beso grande, hablamos y los quiero mucho!!!

Eze.


RESPUESTA DE FERCHUM A TESEO

Querido Eze: dada la ventaja que hemos descubierto con javi y ramon respecto a tu imposibilidad de abrir la casilla para mandarle mail a todo el grupo, y no teniendo otra chance salvo acudir a nosotros, hemos decidido que vamos a reenviarles tu mail pero con algunas modificaciones sutiles (como que te estás trasvistiendo para ganarte el pan). Además, entenderás que al resto no le importa que tus viejos te hayan dejado saluditos en los bolsillos de los pantalones, al margen de que la idea original, aunque un poco remasterizada por tu familia, fue la que tuvo bren de dejarte mensajitos enrolladitos en los calzones, pero que luego, temiendo que el mito los devorase, decidimos evitar ese tipo de saludos.
Ser ignorante no es malo, pero echarle la culpa a un pobre teclado… Y encima francés! No tenés perdón de dios. Ya te estaremos obsequiando un diccionario de ortografìa, y no editado por playboy precisamente. Solo te digo una cosa, los acentos me chupan, pero poneme la eñe (apretando ALT marcas 164 y soltas y por arte de magia aparece la letra hispanoamericana), no perdamos lo que nos identifica!
Acá ya se te extraña bastante, todavía no llegó el finde y sin embargo se nota tu ausencia. Me podés creer que casi no me sonó el celular?? salvo por un par de mensajes de texto que me mandaron en respuesta a algunos míos, y no muy extensivos que digamos, no recibí nada… bah, un llamado de una persona equivocada y 3 del 1611 invitándome a recargar 30 sopes para que me den sesenta… casi le respondo agradeciéndoles por acordarse de mí… imaginate…
Asi q finalmente te toca una asistente? Y canadiense! Ñam ñam… las canadienses son terribles, asi que rogá que no esté buena porque te va a chupar el espiritu, vas a volver flaquiiiiiiiiiiiiiito. Como? Que? Que no vas a volver? Vamos eze, aca tambien hay gulash y comida economica… bueno, no tan economica, pero hay comida… y cuidate, no acabes con los recursos de jonzac.
Tatu me dijo que está practican la palabra auchan para cuando vuelvas…
Che, rendis mas cuentas a tus viejos que una empresa seria al fisco… aflojá chabon!
Cuando dijiste lo de que asombró tu nivel de frances, fue para bien o para mal?
Nosotros también te queremos mucho eze!!!
Un abrazo grande y no dejes de visitar los blogs (ahí voy a subir tu mail y esta respuesta para que los que quieran decirte cosas puedan dejarlas en los comentarios así no saturan las casillas de los demás).

Ferchum (que lo más cercano que esté de Francia es comiéndose una croissant o un danete… cómo? El danete no viene de Francia?? Me cach’endié…)

PD: cuando puedas tirá la data acerca de la canadiense… y si querés del pueblo donde estas parando

martes, 23 de septiembre de 2008

Sí, somos porteñas, y qué???

Si de crónicas de viaje se trata, este blog no se puede negar que es un constante narrador. Y es que, al margen del gusto de retratar vivencias, los miembros del grupo son fanáticos de los viajes. Es denominador común la satisfacción de calzarse una mochila o un bolso a cuestas y recorrer, conocer, disfrutar, convivir y liberarse del agobiante ritmo de Buenos Aires. Viajes a Cuyo, el Noroeste, Europa, Israel, Francia, Cuba, Venezuela, Brasil, Chapadmalal o Pedro Morán a dos cuadras de la San Martín, son, entre otros, lugares escogidos para desahogarse y juntar esa bocanada de aire necesario para recuperar el impulso necesario que permita alcanzar la mitad o el fin de año.
Entre los lugares que se han escogido de modo recurrente por la gente del grupo resalta particularmente uno, colonial y candombero, que a un charco de distancia de Buenos Aires enseña un modo de vida completamente opuesto al de la Gran Metrópoli: Colonia del Sacramento, Uruguay.
En esta ocasión, la cronista Tatu Korman, ofrece una pincelada del inicio de un fin de semana largo vivido en el 2007 por las chicas del grupo en la hermosa ciudad de Colonia.

Sí, somos porteñas, y qué??? (1º parte)

Por Tutu Korman

¿¿Quién iba a imaginarlo?? En qué mente pensante entraría la idea de que se puede organizar un viaje de ocho mujeres con dos mails... ¡¡¡y unos ñoquis!!!


Todavía recuerdo aquella noche del 29 de julio en que el Grupo Pelle se reunió, como siempre, frente aun plato de comida y un buen vino. No es que estemos desnutridos o nuestras mamis no cocinen bien, simplemente, nos juntamos a comer, con la excusa de vernos, pero las salidas que no incluyen buena comida no tienen tanta convocatoria... aceptémoslo!!! Esta vez serían unos ñoquis con salsas caseras en lo de Bren y con la ayuda del maestro de cocina, Ernest. Quien les escribe se perdió la cena, pero llegó justo para el cafecito. Todavía me veo sentada en los escalones del living cuando escucho: “Tatuuuu, ¿¿venís a Colonia??” “Mmmmmm, perá que lo pienso” me dije. 1, 2... 3 segundos después: ¡¡dale Bren, vamos!!! Y así fue como todavía desconozco quien tuvo la maravillosa idea. Sólo sé que cuando me enteré, ya habían confirmado unas cuantas.

En fin, ¿¿quién iba a imaginarlo?? Con tres e-mails bastaron para irnos al exterior. Si pensaron que tomaríamos cafecitos en las tradicionales calles parisinas (como posiblemente haga Eze) se equivocan. Tampoco un café de Starbucks caminando por la 5ta. Avenida. Apenas si cruzábamos el charco y nos íbamos a Colonia, pero eso es en Uruguay, así que es exterior.


Una mañana fría de invierno nos encontró a unas cuantas en la puerta de Buquebus para comprar los pasajes. Cómo se llama el barco, a cuántos nudos va, a qué hora sale, cuánto cuesta, cuánto tarda??? Pobre vendedora, ser acosada así por cinco mujeres desesperadas. R, A, Z, N, S, Z, C, Z, Y, K, deletreó una voz tímida a cargo de ese pasaje tan complicado. Korman con K dijo otra. Zareba con Z y B .........Ojala esa pobre e inocente mujer no se haya suicidado esa tarde. Tengo mis dudas.

En fin, quien iba a imaginarlo?? Los mails consistieron en decidir qué llevar de ropa, de comida, sábanas o bolsa de dormir, cámara de fotos, shampoo, bla bla bla. Y allí estábamos, ese sábado a la mañana, listas para irnos. Con Vicky, nos fuimos en taxi hasta Puerto Madero. Vickyyy, ¿¿¿¿no trajiste bolso???? Le pregunté asombrada cuando se subió... si digo que su mochila de tercer grado era más grande que ese bolso, ¿¿me creen?? Bueno, comparado con otros bolsos, como el mío por ejemplo, todos eran chicos. Pasa que Vicky no tiene una madre judía, (no es una critica para Vicky, eh! Que no se malinterprete) pero todos los que tenemos madres y abuelas judías sabemos que un bolsito para tres días nunca es un “bolsito” literalmente, porque siempre hay que estar listo para todas las condiciones climáticas, incluyendo los climas de otros continentes porque... ¡nunca se sabe! Lo mismo con la plata que llevamos para mantenernos. Antes de salir: “Tomá, te doy unos pesitos más por si te quedás con hambre”.


Volviendo al tema que nos compete, allí nos encontró esa mañana de sábado a todas en el hall de Buquebus listas para mostrar los DNI, despachar los bolsos para viajar cómodas, pasar por la aduana, hacer una pequeña fila y subir al San Patricio que unos cincuenta minutos después nos dejaría del otro lado del charco.

El viaje fue rápido y movido pero por suerte se hizo aún más corto mientras veíamos y probábamos en el freeshop todos los perfumes y maquillajes que jamás podremos comprar. Al pisar tierra firme, quizás por la excitación de llegar, o las ganas de bajarse de ese barco, todas corrimos, saltamos y gritamos por la larga pasarela metálica que nos depositaba directamente frente a la cinta con nuestros bolsos. De ahí dos taxis a lo de Vicky: Río Negro y Varela. Si sacamos los hechos de que 1) tomamos dos taxis desde el mismo lugar de partida hasta el mismo lugar de llegada y nos costó uno más caro que el otro. 2) Vicky no tenía la llave de su casa y corrió dos cuadras hasta la casa de su tía para buscar la duplicada..., hasta ahí marchaba todo bien.

No voy a entrar en detalles de lo que fue acomodarse en la casa porque fue sencillo: tiramos los bolsos por ahí, y nuestros cuerpos cayeron desplomados sobre los colchones. Decidir quién dormía en las dos camas también fue fácil: en una Vicky por ser la dueña de la casa, y en la otra (la pegadita al baño) Vani, porque nadie puede ir tantas veces de noche al baño como ella.


Nuestro viaje a Colonia siguió o digamos “empezó” yendo al shopping a cambiar plata y al supermercado... y de paso, a comprar entradas para el recital de No Te Va a Gustar, que nos recomendó un amigo de Vicky. Nadie tenía ganas de ir al recital salvo dos personas, pero como podíamos hacer lo que queríamos, y el precio era la décima parte de lo que nos saldría en Caros Aires, le dimos para adelante.


A todo esto, ya eran como las tres de la tarde, y los estómagos ya crujían como tormenta eléctrica. Nuevamente en el depto y después de debatir largo y tendido qué lugar estaría abierto y cual no a esas horas de la tarde, nos fuimos a un “carrito” a comprar comida chatarra para comer en la casa. La mayoría optó por unas hamburguesas bien grandes y completas, que como buena imitación de Mc. Pato, incluía altísimos porcentajes de colesterol y grasa.


Vale confesar que la carne se veía rara, pero el hambre era más fuerte. Pero no es que había una hamburguesa rara. Eran todas raras. No vamos a criticar su inexistente espesor sino su aspecto crudo y rojizo. Creímos que no estaban del todo cocidas, por lo cual inauguramos la cocina y las pusimos en la plancha. Pasaban los minutos y el hambre era descomunal, también era descomunal el aspecto cada vez más crudo que adquirían esas fetas de carne. “Cuanto más al fuego, más crudo” diría Murphy. Finalmente las probamos y estaban cocidas, pero su estética dejaba mucho que desear, por lo cual llegamos a la conclusión de que no era carne, sino jamón, o algún rejunte barato de “sobras” que no queríamos saber de donde venían. Y así fue nuestro primer almuerzo en el exterior, el primero que nos tenía a todas juntas en una convivencia tan multitudinaria.

jueves, 18 de septiembre de 2008

El satánico Dr. Zequi (Genio del Dub)

Por cuestiones de cansancio físico, intelectual y espiritual, voy a dedicarle este breve comentario antes de que se hagan las doce y pase a ser mañana. Desde ya dejo planteado que si bien estas palabras que a continuación dedicaré no es todo lo que este muchacho se merece, es lo que, lamentablemente, hoy jueves 18 de septiembre siendo las 23.30 horas, hay. Por otra parte quiero dejar en claro que sé que pasaron cumpleaños desde la última vez que escribí, pero a no entristecerse, no es por otra razón que falta de tiempo o de musas que no le haya dedicado unas palabras. La ventaja de los cumpleaños, si es que realmente es una ventaja, es que se repiten a cada año. Aprovecho de paso para pedirles que, siempre y cuando no sea mucha molestia, empiecen a mandar o sigan mandando textos, que se agradecerán enormemente y muy gentilmente serán subidos en el momento oportuno.

El héroe del día de hoy es, ni más ni menos, que Zequi (también conocido como zequito, eche, abuelo, zequiñooo, etc.). Este vecino de la calle Quito, a la vuelta del Cinemark de Caballito, es un amigo que se supo ganar la confianza y el cariño de todos o casi todos los miembros del grupo. Si hay algo que amerita ser destacado por sobre todas sus demás virtudes es su actitud pacífica y simpática que se ve ratificada por el hecho de que no se le conozca una disputa con nadie, adoptando siempre una actitud humilde y buena onda.

De actitud más bien reservada, es un pibe que prefiere aprender que enseñar, oir que exponer, permanecer sentado que llamar la atención, sonreír que amargarse. Y por esto, y sus ausencias a veces prolongadas, genera un aura de misterio sobre lo que ocurre en su vida y todo lo que lo rodea. De hecho, no sorprende ya que un día sepamos que se encuentra aprendiendo a tocar la batería y un tiempo después estamos viéndolo debutar con su banda "Megamota", luciéndose con unos golpes sincronizados que marcan con precisión el ritmo a seguir.

Entre las cosas que velozmente voy a destacar en esta breve reseña que hago de este gran amigo son: su recordado viaje de un año a Israel (recuérdese que se pronuncia con ere no con erre) y la consiguiente pipa de la paz que se trajo de allá y que en ronda nos la fumamos frente al Buenos Aires Design (no me pregunte el nombre, no lo recuerdo, pero tenía un parecido con la palabra "anguila"); los campamentos en los que participaba como madrij; sus bailoteos en los partidos de fobal, despatarrando al rival que sale a marcarle; la corrección que realizaba a los profesores del colegio cuando leían su apellido; su fanatismo por todo lo que estuviera vinculado con la PC; las llamadas telefónicas diarias que realizara durante los primeros años del secundario a uno de los miembros del grupo, a FerchuM para ser más precisos, quien se encargaba de contabilizar la cantidad de llamados que anualmente recibía de este individuo; su risa graciosa; su fanatismo por Los Fabulosos Cadillacs y, en segundo lugar, el resto de la música en general; sus manos resecas de anciano que siempre fueron objeto de atención, más si se tienen en cuenta sus pulgares mágicos que alcanzan a tocar las muñecas de la misma extremidad.

Anécdotas hay muchas, pero el que escribe está sufriendo severos parpadeos que amenazan su lucidez, por lo que me apresuro a arribar al final. En conclusión, por ser Zequi un gran amigo, le dedicamos este posteo y le deseamos un muy feliz cumpleaños.


Zequi se prepara un panqueque en la última Panquequeada que organizara Tatu, celebrada el 13 de septiembre de 2008. Su rostro denota su eterna alegría y camaradería. Su pulgar hacia arriba lo confirma. En el fondo, Vicky intenta robar cámara fingiendo una actitud "cassual".

sábado, 13 de septiembre de 2008

Vani y su costumbre del opio. Fonema Ye

Seguía cosechando éxitos. Sus textos se vendían como pan caliente, y esa fue la razón por la cual se decidió a hacer cosas más arriesgadas. Pese a los reclamos de historias simples, sin rebusques, Vanina apostó a lo difícil, a lo poco común. Ese mercado al que nadie entra a comprar, ni siquiera a echar un vistazo. Sus logros se lo permitían, y no se iba a quedar con las ganas.
Esta vez, incentivada por la letra "Orozco" de Gieco, escribiría un texto con palabras que tuvieran el fonema ye.
Sin embargo, y sólo por las dudas, decidió que su relato sería breve para ver el modo en que impactaría en su audiencia.


Ya llegaron las vacaciones
por Vanina

Ayer yo estaba sentada en la playa con Yamila, debajo de una sombrilla amarilla. Las dos vestíamos mallas. La mía tenía dibujos a rayas y la de Yamila, yoyos. Como se nos había terminado la yerba, fuimos al mar a darnos un chapuzón. Pero una ola arrastró a Yamila, quien yacía en la orilla llorando.
Fui a pedir ayuda a Yayo que estaba practicando judo en un yate. Entonces, Yayo y yo la llevamos al hospital porque Yamila no paraba de llorar.
El médico de apellido Llanés, le puso una inyección en la rodilla ya que tenía una ampolla. Luego, le colocó un yeso.
Por un tiempo no volvimos a la playa. Fuimos al arroyo en llamas y yeguas y todos juntos cantamos una payada detrás de los yuyos. Pero como comenzó a llover, fuimos a la casa de Yanina. Al llegar, ella no encontraba la llave. Por suerte estaba su madre Yolanda con su yerno jugando a la rayuela, quien nos abrió la puerta y nos invitó a comer un pollo relleno con yemas y mayonesa. De yapa, yogur.

Los Excavadores y el arte patafísico

Tras los cientos miles de pedidos exigiendo que se volviera a publicar algo de la exitosa escritora del blog, la nona Vanina, no me quedó otra opción que comunicarme con ella para acordar al menos una publicación más, y de ese modo aplacar la furia de sus seguidores, que ya habían amenazado con incendiar la internet si no aparecían nuevos relatos.

Recostada en un sofá cómodo, con nubes de humo de opio rodeándola, y bajo un manto de sonidos instrumentales mezcla de música hindú y de Backstreet Boys, me murmuró que tenía el texto nuevo. Confesó que estaba incursionando en el arte de un movimiento cultural francés de la segunda mitad del siglo XX vinculado al surrealismo, llamado patafísica. Explicó que se basa en el principio de la unidad de los opuestos, y se vuelve un medio de descripción de un universo complementario, constituído de excepciones. "Todo es anormalidad, me indicó mientras sostenía una copa con Dr. Lemon y media frambuesa flotando en su interior, donde la regla es la excepción de la excepción. La regla es lo extraordinario, y eso explica y justifica la existencia de la anormalidad".

Le sonreí. No pude hacer más que eso. Me dio un par de explicaciones más como que la patafísica naturaliza lo extraño, elogia a la curiosidad y se dedica al estudio del detalle. Incorpora el humor y el horror: lo hace a través de la parodia del género, la hipérbole, la persistencia, las conductas indecorosas e irrelevantes (conductas que no son ejemplares), personajes obsesivos, raros, que cumplen funciones raras. Y rematando su explicación me dijo: "Es una mirada esperpéntica, deforma el panorama hasta poder espejar la horma social que nos deforma a nosotros mismos", e inmediatamente se durmió. Sobre la mesa yacía un manuscrito manchado con sopa de matzá. Asumí que era el pedido que le hiciera vía telefónica. A continuación el relato patafísico de Vanina.



Los excavadores

por Vanina


He tenido y tengo siempre la posibilidad de mantener relaciones muy interesantes con esos excavadores profesionales que se encuentran en todas partes.

Según nuestras observaciones, un excavador (en latín excavaditus) no es un asqueroso, sucio, inmundo y repulsivo espécimen, como lo afirma la opinión común, sino que es un ser con hábitos especiales y que sin lugar a dudas se adaptaría perfectamente sino se lo tratara de manera despectiva y repugnante.

Pueden vivir en una gran variedad de ambientes, pero su hábitat más usual son los autos, colectivos, trenes, subtes. Siempre trata de excavar disimuladamente sin que se lo vea pero igualmente sabe que todos los que los rodean lo están mirando en forma asquerosa y nauseabunda, cuyas arcadas aumentan a medida que la excavación es más honda y prolongada.

Sus costumbres son singulares, entre la que se destaca su gran oficio de artesano ya que el excavador es muy ágil con sus manos. Suele hacer bolitas de diferentes tamaños (dependiendo de la magnitud de la excavación) con la materia prima que obtienen, luego de llevar su dedo (en general el índice) hacia su orifico nasal. El color del fruto obtenido pertenece a la gama de los verdes, variando entre el más claro y el más oscuro dependiendo si el espécimen se encuentre o no con un estado gripal. Esto también determina el estado de agregación de lo excavado, que puede consistir en una gran solidez o ser terriblemente líquido. En ese caso, se necesitará la ayuda de un pañuelo o alguna otra superficie suave.

Existen dos clases de excavaditus: por un lado, los que disfrutan haciendo gran cantidad de artesanías con sus dedos, girándolos en círculo para darle al producto en plena elaboración, la forma de una bolita, y por el otro, los que excavan y no realizan un largo proceso artesanal, desasiéndose de lo encontrado rápidamente con la ayuda de su pantalón o de su butaca (en el caso de que estén sentados en un medio de transporte).

El principal fin de un excavador es construir una relación más cercana y amistosa con el órgano mayor de su sistema nervioso, el cerebro, la cual será más fuerte cuanta mayor sea la profundidad que alcance con su dedo índice.

Esta especie se sitúa entre las más numerosas ya que no existe ningún ser que alguna vez no haya practicado una excavación. De esta forma su reproducción aumenta día a día, siendo su extinción prácticamente imposible.