A raíz de este triste descubrimiento, decidí tomar cartas en el asunto y comencé a llevar diarios de viaje, a escribir crónicas y similares para, por lo menos, no perder esos detalles que quisiera mantener con el correr del tiempo. Esta decisión también se la transmití a modo de propuesta a Teseo antes de su partida a Francia... o tal vez, después, en algún correo electrónico... mmm... (premisa de presencia de Otto, tal vez?).
Lo cierto es que así fue como nuestro corresponsal en Francia escribió una de sus primeras crónicas de viaje que decidió compartir con ustedes.
El profesor de Español no encuentra su equipaje
El martes 23 de septiembre, a eso de las diez de la mañana de Francia, una sola sensación me mantenía despierto: el vértigo. Aunque unas horas antes había pisado la tierra al otro lado del Atlántico, recién entonces había cruzado el verdadero océano: el lingüístico. Ya no sería TV5 y sus publicidades idiotas en el subte (“el Lyon no es el rey de la selva”, “la Liga Francesa no es una marca de lencería erótica”), o comedias que me doblaron de la risa (“La cena de los tontos”, “El placard”, “Ruby y Quentin”, “El tren de la vida”), o libros comprados en la calle Esmeralda al 800, pagados con un ojo de la cara, cada una de cuyas líneas me demandaba una hora de lectura y otra de búsqueda en el “Petit Robert” (¿alguna vez alguien me explicará por qué mierda todos los diccionarios de 4000 páginas se llaman “pequeño”?). Ahora sí que iba a amortizar, y en euros, toda la guita puesta en estudiar francés. Ahora, en el suelo galo, empezaba el viaje, la aventura. El desafío. Que no tardó en presentarse.
Hacía diez años que no viajaba en avión. En Ezeiza me habían dicho que, en Barajas, la aerolínea se ocupaba de mi equipaje. Muy tranquilo, entonces, bajé en Orly, y fui hacia la cinta móvil sobre la que desfilaban las valijas. Esperé. Apareció el bolso, que súbitamente pesaba el triple de lo que yo recordaba. Seguí esperando. Y un rato más. Quedábamos tres personas, y algún equipaje sin dueño. Y en un reflejo nada feliz, yo, un dueño sin equipaje.
¡Mi valija! ¡Toda mi ropa!
Le pregunté a la primera persona que encontré, y me indicó un local de AirFrance.
Arrastrando como podía mi bolso, fui hasta allí. Como para darme aliento, me encontré con una pasajera que se peleaba a gritos con una empleada; supuse que tenía el mismo problema que yo. Pero fiel a mi frecuente parsimonia, y, eso sí, con una tranquilidad de espíritu que me sorprendía, me dirigí a la otra empleada para plantearle mi caso. Después de un par de minutos y de buscar en una computadora, me dijo que mi valija estaba en Madrid. A mí me parecía inverosímil que me dijera eso con tanta seguridad; mi verdadero miedo era que me la hubieran robado. Pero no. Realmente inverosímil era, para ella, esa posibilidad (comentario al margen: no era tan imposible, porque después vería que, una vez bajado del avión, ya nadie me controlaba, y yo podía agarrar el equipaje que quisiera e irme a cualquier lado sin que nadie, salvo su dueño, pudiera impedirlo).
Después de insistir en que la valija estaba en Madrid, me dijo que había no sé cuántos vuelos diarios entre Madrid y Francia, y que necesitaba mi domicilio aquí, y que en 72 horas como máximo llegaría mi valija a la dirección indicada. Frente a lo cual yo saqué la constancia de designación, para indicarle el nombre del liceo donde trabajaría, aunque no estaba seguro de que la dirección allí indicada fuera mi futuro domicilio.
Mientras trataba de explicar esto, intervino la otra empleada, preguntando a su compañera:
- ¿Qué sucede? ¿El joven no tiene dirección en Francia?
- No, no, espera, que el Señor es Profesor de Español.
Un poco (sólo un poco) henchido de orgullo por dicho trato, esperé que la señorita finalizase de preparar mi reclamo. Una vez que me dio la constancia del trámite, me preguntó si tenía productos de perfumería. Con toda honestidad (lo juro), le dije que no, porque pensé que esas cosas estaban en la valija, aunque después recordé que estaban en el bolso.
Resultado: me ligué dos estuches azules, con shampoo, jabón, desodorante, cepillo de dientes, dentífrico, jabón en polvo, peine, hisopos, algodón, espuma de afeitar, hojita de afeitar (que sigo usando) y hasta una remera que dice "Skyteam" y tengo puesta mientras escribo esto.
Ya muy tranquilo, conociendo el paradero de la valija rebelde, lleno de seguridad y confianza por mi nueva investidura docente, y sobre todo, feliz por lo que había ligado, pregunté cómo ir a la Gare Montparnasse, en París, para tomar el tren. A lo cual me respondieron que los empleados del subte estaban de paro, y que me convenía tomar el micro de AirFrance que me dejaba directamente en la estación.
Así que, arrastrando el bolso, teniendo por toda vestimenta lo puesto y la nueva remera, pero con más productos de higiene que una perfumería, salí del edificio rumbo al colectivo que me acercaría el tren que, recorriendo 445 kms en dos horas y veinte minutos, me depositaría en la ciudad a la que el profesor del Liceo me iría a buscar para llegar, por fin, a mi destino.
7 comentarios:
me encantó! quiero más de tus aventuras por iurop ja
Eze se te extraña!!!
besos!
uh, que bajon lo de la valija, que manera de empezar un viaje no? pero al final la reucperaste y te ligaste set de belleza jaja
queremos mas andanzas francesasssssssssss
como se preparan los franceses para las fiestas???
a mi me sigue quedando la duda de por qué te retuvieron las valijas. y me intrigaba eso de que el bolso pesaba el triple..en qué andas?
gracias eze, queremos más anécdotas!
jaja, muy bueno!! Espero q no me pase dentro de unos dias cuando me vaya a Israel! ya q dicen q es muy comun q te "pierdan" la valija!!
Besos
Gente, gracias por los parloteos y el aliento para seguir escribiendo. Tengo uno medio largo en el horno, tengo que sentarme a escribir, terminarlo, tipearlo, y pasarselo a Ferchum.
Les cuento que hoy a la madrugada volvi de Strasbourg, la sede del parlamento europeo, y maniana a la tarde me voy a paris, para encontrarme con otros asistentes, en su mayoria argentinos, y el sàbado a la maniana alquilamos un auto y nos vamos de vuelta a Strasdbourg, que es hermoso. Pasamos Navidad allà, y volvemos el viernes 26. Ya tengo pasaje para, ese mismo viernes, irme a Blois, en la zona de los castillos de la Loire. Y supongo que después de Anio Nuevo me iré bien al norte, a Lille (donde nacio Charles de Gaulle), y voy a tratar de conocer Bruselas y Brujas. Veré, pero no tendré tiempo de aburrirme.
Asi que maniana me voy y vuelvo a Jonzac el martes 6 de Enero. Intenten no odiarme mucho, jajaja.
Bueno, los dejo asi me voy a hacer un par de cosas.
Les mando un gran abrazo, hagan una buena fiesta de fin de anio, y ponganse debidamente en pedo.
Teseo
Ay x dios Ezeee, cuando merd vas a laburar jajajaj??
Si te vas a Lille, trata de ver este edificio: Lille Grand Palais. Es un edificio redondo del arq. Rem Koolhhas.
Y en Loire, anda a Chambord, y mira la escalera central, Tiene 440 habitaciones, 365 chimeneas, y 84 escaleras jaaaaaaaaaaa
bueno, despues te mando mas data. aca hace mucho calor y se me pegan los dedos al teclado ja.
Tatu, fui a Chambord ayer, y vi la escalera a doble revolucion, por la cual dos personas pueden subir al mismo tiempo miràndose por las rendijas pero sin cruzarse nunca!!! Te corrijo: no tiene 365 chimeneas, es lo que toda la gente cree, pero tiene 282. Y ademàs vi como 4 castillos màs, entre ellos en el que murio Leonardo Da Vinci. Aunque es cierto que Chambord, desde fuera, es el màs impresionante, y es todo un simbolo del lujo.
Creo que lamentablemente no iré a Lille, maniana me voy a paris a pasar anio nuevo, y me quedaré allà, porque no encontré nadie que me aloje en Lille, y pagar una habitacion es mucha plata. Asi que quedarà para otra vez. Trataré de ir al Museé du Quai Branly y te mando fotos de las cajitas, Tatu.
Besos y feliz anio!!!
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