Nueva portada

El dibujo de la portada del blog fue realizado con el mayor de los cariños por FerchuM, quien se hace responsable de las críticas que puedan existir contra los garabatos antes mencionados.
La obra es en papel A4 borrador del laburo (detrás hay un proveído que el juez nunca firmó), y la pintura es a base de lapicera negra parker, birome bic negra y liquid paper gastado.
Téngase en cuenta al momento de la crítica que este miembro del grupo carece de conocimientos de dibujo, de caricatura, de perspectiva, de arquitectura, de filosofía, de política, de negocios... resumamos en la idea de que carece de conocimientos en general.
Por otra parte, si ud. es miembro del grupo y no se encuentra en el dibujo no implica que haya sido olvidado, sino que es cuestión tal vez de abrir un poco la imaginación y pensar: "mmm... ¿ese seré yo?"

lunes, 22 de diciembre de 2008

Teseo y el lenguaje underground

Nuevamente, Teseo nos deleita con sus anécdotas en Francia.


Este viaje tiene un relevante contenido lingüístico, por llamarlo de algún modo. Ya lo dije en el texto anterior: después de ocho años de estudio, iba a poner a prueba mi francés in situ.

Esa puesta a prueba, si bien fundamental, va de la mano con una contracara: un nuevo aprendizaje. El aprendizaje de la lengua viva, de la lengua hablada en la calle; no el francés que a uno le enseñaron en la escuela. Es cierto que es mi falta no haber buscado y escuchado la música y leído los textos apropiados y suficientes para estar al corriente del francés actual, «callejero»; sea como sea, la cuestión es que yo conocía muy poco de ese nivel de lengua, y esta experiencia es enriquecedora también en ese aspecto.

Así, poco a poco aprendí cómo se dice, por ejemplo, «me rompe las pelotas», «hacer fiaca», «pajero», «laburar», «andá a cagar», «jeta», «¿esto es joda?»; todas expresiones familiares, corrientes, más o menos groseras, pero ajenas a la academia.

Pues bien, muy contento con mi nuevo vocabulario, me dispuse a dar el segundo paso: utilizarlo.

Ahora bien, hablar una lengua extranjera, por lo menos con las palabras corrientes, implica correr el riesgo de no saber exactamente qué se está diciendo.

Dos hechos se suscitaron en relación con esto. Y llamativamente, ambos se relacionan, también, con el viaje que, en Enero, mis viejos harán a España, durante el cual nos encontraremos.

En virtud de ese viaje, pedí autorización para no trabajar durante una semana, recuperando las nueve horas del Liceo en otros días. Por eso, junto con una de las profesoras preparé un proyecto de recuperación de las clases, que por diversas razones resultó ser muy complicado.

Así pues, cierta vez, en la sala de profesores, ultimando los detalles de este asunto, dije, en francés, el equivalente de: «esto es un quilombo increíble». A lo cual la profesora, muy divertida, me dijo, casi cargándome: «No, Ezequiel, vos hablás francés muy bien, no tenés que decir esas cosas». Ante este comentario, otro profesor respondió: “No, está muy bien, tiene que aprender a hablar con esas palabras”.

Esa situación fue pintoresca, digamos, pero nada más; yo tenía plena conciencia del nivel de lengua utilizado y sabía que no era desubicado en ese contexto.

Sin embargo, esa conciencia de la ubicuidad no me llegó por arte de magia, sino como lección de otra situación, un poco más desafortunada.

Siempre en relación con el viaje de mis viejos, me encontraba en la estación de trenes de Jonzac, intentando comprar el pasaje a Barcelona. Directamente pedí el billete saliendo de Bordeaux, porque sabía que el tren que me llevaría, cuyos horarios serían los determinantes, digamos, partiría de Bordeaux, la ciudad grande más cercana.

Una vez que habíamos resuelto el asunto del pasaje desde Bordeaux, el cajero me dijo: «Ahora bien, habría que ver cómo hace para ir hasta Bordeaux», a lo cual yo quise responder que eso no tenía importancia, total hay varios trenes por día que unen Jonzac y Bordeaux.

Para expresar esto, y siempre queriendo hacer uso del vocabulario adquirido, dije: «Le trajet à Bordeaux, je m’en fous», que, en el mismo nivel de lengua, significa: «Me cago en el trayecto a Bordeaux».

Quizá por indulgencia, sabiendo que soy extranjero, o por ya estar acostumbrado a que la gente de mi edad hable de ese modo, o por pura cortesía, toda la reprobación del cajero se limitó a mirarme fijo, por un instante, a los ojos, levemente sorprendido, y nada más.

Intuyendo que había metido la pata un poco, pagué mi billete y me fui.

Días después, comenté la anécdota con una de las profesoras de español. No se escandalizó ni se dobló de la risa, pero me dijo que era un poco fuerte decir eso al cajero de la estación, y me enseñó una expresión equivalente pero más cortés.

En conclusión, mejor sigo puteando en castellano.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaaaa, que gracioso Eze!!! pero apoyo la idea de putear en castellano, es la forma mas segura de una buena puteada que no ensucia la imagen jajaa. Acordate que, como dijo el negro fontanarrosa, mierda no se dice timidamente, se enfatiza la R....mieRRRda, sino mas que un insulto, es como una caricia jjajaj

besos

Anónimo dijo...

MUY FELIZ AÑO PARA TOOOOOODO EL GRUPO PELLE!!!!! POR LOS MEJORES PROXIMAS 365 DIAS!!!!!!!!!!!!

BESOS

Anónimo dijo...

perdon, no se x que salio anonimo, era yo jaja

besos

Tatu