Nueva portada

El dibujo de la portada del blog fue realizado con el mayor de los cariños por FerchuM, quien se hace responsable de las críticas que puedan existir contra los garabatos antes mencionados.
La obra es en papel A4 borrador del laburo (detrás hay un proveído que el juez nunca firmó), y la pintura es a base de lapicera negra parker, birome bic negra y liquid paper gastado.
Téngase en cuenta al momento de la crítica que este miembro del grupo carece de conocimientos de dibujo, de caricatura, de perspectiva, de arquitectura, de filosofía, de política, de negocios... resumamos en la idea de que carece de conocimientos en general.
Por otra parte, si ud. es miembro del grupo y no se encuentra en el dibujo no implica que haya sido olvidado, sino que es cuestión tal vez de abrir un poco la imaginación y pensar: "mmm... ¿ese seré yo?"

miércoles, 1 de abril de 2009

El número solicitado no pertenece a un abonado en servicio

Hoy es un día triste. No se debe a cuestiones amorosas, crisis existenciales ni soledades vacuas, tampoco se debe a peleas de amistades, ni siquiera se vincula con la muerte de Alfonsín (me caen bien los defensores de la democracia y todo, pero no creo que amerita que le dedique una nota). Mi tristeza es de las que dejan marcas en la piel de la memoria y que, con el paso del tiempo, la huella queda.
En mi caso, la tristeza deviene de la culminación inesperada, tal como la muerte misma, de un proceso de creación grupal, intelectual y político. Se trata del desvanecimiento de un blog de interés, de una página firmemente instalada en mis favoritos, el blog de Don Discepolín, que en un abrir y cerrar de ojos fue deleteada de la existencia de la vida, suprimida en un grito de silencio sin ecos. No era erróneo el suponer que hoy los mundos pueden ser destruidos apretando solo un botón. Hoy ese botón fue apretado y un mundo murió. Era pequeño, de palabras, con algunas imágenes, pero siempre pocas, con comentarios, con clamores y risas, con sorna y respeto, con ficciones y realidades, cargado de verdades/mentiras (el término “verdad” en general da para la discusión) y acusasiones.
Está claro que no nos hacen más hombres el repetir verdades o mentiras, sino el criticar, el cuestionar constantemente, el luchar contra las zonceras en general. Y ese blog era eso, una crítica, una voz tras un estrado gritando en nombre del pueblo, pidiendo igualdad de condiciones, exigiendo castigo y rogando por memoria eterna para evitar cometer los errores que ya cometimos, un blog que ya desde su nombre daba cuenta de su esencia crítica con el emblemático interrogante: “¿A mí me la vas a contar?”.

Se desconocen los motivos de la decisión adoptada por el autor, pero es seguro que deben existir fundamentos que avalen la medida. También se desconoce si fue eliminado en un ciento por ciento de internet y del tiempo, quedando solo un fugaz resplandor en la memoria de los que tuvieron la suerte de visitarlo, o si por el contrario, se salvaron los textos y muchos de los ricos comentarios, poemas y contrapuntos que se escribieron a lo largo de su existencia. Pero los blogs son de quienes los escriben y administran, y la discrecionalidad del artista hace que las decisiones que tome no deban fundarse salvo que él lo desee.

Es una linda experiencia la de tener un blog. A veces, generador de angustia ante la falta de ideas, o la imposibilidad de publicación por el silenciamiento del alma, ese objetivo secreto al que apuntan los medios comunicacionales en general, con su avasallamiento visual, auditivo y psicológico. Además que ser creativo, ser original, no siempre es fácil, y existiendo tanto para leer y ver y escuchar, nos autorreprimimos, absteniéndonos de hablar acerca de cosas ya habladas, cosas ya dichas, y no nos damos cuenta que a veces es lindo oír lo que ya sabemos con acentos personales, con esas voces que los ojos advierten en las líneas de un texto, como la voz irónica y sarcástica de Discepolín, o las voces poéticas que en reiteradas ocasiones aparecieron en sus publicaciones cuando no en los comentarios. Tiene sus complicaciones, y sus traumas psicológicos, pero la sensación que genera el ver que hay comentarios nuevos, que la gente mencione el haber leído lo que uno escribió, las mismas críticas o halagos volcados, el encontrar gente que dice: “Siempre pensé lo mismo” o un “Me dejaste pensando...”. Ese es el momento de mayor satisfacción del autor, quien luego de una lucha exhaustiva para consigo mismo, para enfrentar y vencer a la vagancia, pasa por el rudo proceso de escritura que tantos dolores de cabeza provoca, y finalmente alcanza su primer satisfacción al ver que ya está escrito y que está bien, que su idea logró plasmarla en palabras, en letras. El resto es plus, es la satisfacción potenciada, y colma de alegría. El feedback del receptor llega al emisor. Hay alguien del otro lado. No estoy solo en una sociedad cada vez más individualista. Todavía alguien escucha.
Hoy mas que nunca es importante que gente como Discepolín siga hablando y si no ha hablado aún que se anime a hablar, porque actualmente se necesita escuchar gente inteligente, ya que hay mucho zonzo dando vuelta, diciendo pavadas, y una pavada muchas veces repetida tiene el peligro de adoptarse como verdad. Nada más peligroso. Por eso, es el mayor deseo de quien escribe que aparezcan nuevos blogs, que la gente hable, que diga lo que tiene para decir, que opaque con su voz el griterío infernal y sin sentido que nos invade por doquier, y que la ausencia de Discepolín no sea un adiós, sino un hasta luego.

2 comentarios:

Teseo (en Jonzac) dijo...

Hace un rato nomàs quise entrar al blog de Discepolin, y me encontré con la sorpresa. Incluso, en un arrebato de imaginacion (no tan arrebatada en otra época) pensé en censura. Y ahora me encuentro con esta nota en nuestro blog. Me da pena. Sin que sea un reproche, me hubiera gustado que siguiera existiendo, aunque no creciendo (si eso es posible, lo reconozco), solo para volver a leer lo que ya leimos un monton de veces y recordar una de mis actividades màs entretenidas el verano pasado. Pero concuerdo con Ferchum en los argumentos dados.
Abrazo

Discepolín dijo...

Muchas gracias por las palabras vertidas en este texto, muy emocionantes Fer. Tenés una pluma envidiable que produjo un texto brillante, y no lo digo porque esté dedicada al blog que manejaba yo, sino por la altura de tu prosa. El que te hago, es un elogio que no debe tomarse como una devolución de gentilezas.

No quise decir hace unos renglones "el blog que me pertenecía" porque en verdad era más bien una creación colectiva. Siempre dije que lo mejor de la página eran los comentarios, y los incluía a todos: a los que dejaban versos, a los que plasmaban una reflexión, a los que decían simplemente que les había gustado lo leído.

Pero la inspiración se fue apagando hasta consumirse por completo. Los comentarios escaseaban y no lo digo como crítica, sino como manifestación de la decadencia del blog. Si los comentarios menguaban es evidente que se debía a mi responsabilidad: no podía lograr captar la atención del lector y "obligarlo" a firmar. En el último texto intenté volver a las épocas primeras, con el estilo que caracterizó el origen de la página, pero, creo, sólo sirvó para mostrar que el tiempo ya había pasado y que lo que fue ya no podía volver a ser: el blog empezaba a ser la caricatura de si mismo.

Sin embargo, es necesario aclarar que nunca me regí según criterios "comerciales" de comentarios más o comentarios menos. Si hubiera sido así, habría tenido que repetir hasta el infinito "Las figuritas en Flores".

El blog podría quedar como un recuerdo puro, abstracto y perfecto en la memoria de quienes lo visitaron. Y así todo este mundo vulgar de blogs reales que sobreviven serían, apenas, la sombra de aquel otro. Pero para evitar este tipo de confusiones guardé todo lo que había en la página, así nadie podrá decir que alguna vez hubo un blog genial que hacía reir y llorar al mismo tiempo. Tal afirmación podrá ser refutada sin piedad con sólo solicitarme el material.

Agradezco de nuevo el texto publicado que firmo con demora y convencido de que la mayoría de los elogios son desmesurados, y que más que hablar bien de mis textos, hablan muy bien de nuestra amistad.